Vie. 13 Junio 2025 Actualizado ayer a las 11:10 pm

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Brasil marca su presencia como el único país latinoamericano en el ejercicio Locked Shields 2025 de la OTAN (Foto: Centro de Excelencia de Ciberdefensa Cooperativa de la OTAN)
Seguridad nacional en manos ajenas

Lula autoriza que la OTAN defina la defensa cibernética de Brasil

Brasil fue el único país latinoamericano entre las 41 naciones occidentales que tomaron parte en "Locked Shields", el mayor ejercicio de defensa cibernética organizado por el Centro Cooperativo de Excelencia de la OTAN. Esa posición singular lo coloca en el centro de una plataforma dominada por doctrinas y protocolos diseñados para las potencias atlánticas.

El gobierno de Lula da Silva proclama una visión multipolar y afirma distanciarse de las prioridades estratégicas de Occidente, pero en la práctica adopta manuales y métodos de la OTAN. Al integrar sus protocolos de ciberdefensa y seguir los mismos esquemas de entrenamiento, Brasil refuerza una dependencia tecnológica que choca con su discurso ideológico y reduce su capacidad de respuesta autónoma ante las crecientes amenazas digitales.

Subordinación con distintos rostros

En la región hay diferentes países que, de manera abierta o encubierta, giran en la órbita estratégica de la OTAN y Estados Unidos. Algunos ya figuran como socios oficiales, otros buscan activamente ese reconocimiento, y unos más avanzan en una integración de facto mediante acuerdos militares, cooperación energética o ejercicios conjuntos.

  • Colombia. No solo es el único país latinoamericano que ostenta el estatus de "Aliado principal extraOTAN" sino que fue el primer país socio en firmar un ITPP (Planes de acción individuales de asociación) en 2021. Este acuerdo, único en su momento, institucionalizó una cooperación que hoy abarca áreas críticas como ciberseguridad, contraterrorismo, lucha contra la corrupción y seguridad marítima, lo cual alinea directamente las prioridades colombianas con los intereses estratégicos de la alianza.
  • Argentina. Bajo el gobierno de Javier Milei el país ha girado hacia una retórica claramente servil a Occidente, evidenciada por su apoyo incondicional a Ucrania, el acercamiento al FMI y un adherimiento automático con EE.UU. En consonancia con esta postura, el 18 de abril de 2024 Buenos Aires solicitó formalmente a la OTAN el estatus de "socio global", decisión que busca integrarse explícitamente en la arquitectura de seguridad occidental.
  • Chile. Mantiene una relación peculiar con la OTAN como "País apadrinado no OTAN nivel 1", un estatus que le brinda acceso limitado a la alianza. Esta subordinación con Occidente se ve confirmada con acciones como la participación chilena en Rimpac 2024 —un ejercicio liderado por EE.UU. el año pasado, con miembros de la OTAN e Israel—.
  • Guyana. Aunque no ha manifestado formalmente intenciones de asociarse con la OTAN, Guyana pasó en pocos años de la periferia geopolítica a convertirse en un enclave estratégico para los intereses energéticos de Estados Unidos y sus aliados. El descubrimiento de vastas reservas de petróleo en aguas en disputa con Venezuela transformó el país en un protectorado donde ExxonMobil lidera la explotación, mientras el ejército guyanés recibe entrenamiento de Washington.
  • Ecuador. A principios de 2024 el presidente Daniel Noboa recibió a la cúpula del Comando Sur, encabezada por la generala Laura Richardson, para establecer una hoja de ruta conjunta en materia de defensa, ciberseguridad y lucha contra el narcotráfico. La relación se estrechó en febrero de 2025 cuando Noboa autorizó el ingreso de fuerzas especiales extranjeras, principalmente estadounidenses, para colaborar en operativos internos. Amparado en la emergencia de seguridad Ecuador se inserta cada vez más en el dispositivo militar regional de Estados Unidos.

Siendo que estos y otros países de la región son abiertamente más dependientes de los alineamientos de Washington, es Brasil el que, a través de hechos concretos, legitima la presencia de la OTAN en el continente desde una posición de aparente autonomía.

Brasil en la red OTAN

La participación de Brasil en ejercicios como Locked Shields responde a una inercia institucional que prolonga acuerdos heredados de Jair Bolsonaro. Como advierte Raphael Machado, analista geopolítico brasileño, el actual gobierno de Lula no tuvo ni "la voluntad política ni el interés" para revertir esta línea de subordinación.

El país no cuenta con una estrategia nacional de defensa cibernética que abarque todo el aparato estatal. El Comando Cibernético de la Defensa (ComCiber), concebido inicialmente para cumplir ese papel, quedó limitado a la protección interna del sistema informático del Ejército. Esta fragilidad estructural pone en entredicho el valor de participar en ejercicios en los que las reglas, las amenazas y los objetivos son determinados por actores externos. Machado señala: "¿Qué beneficios tangibles podría Brasil obtener de estos ejercicios? Muy pocos".

La adopción progresiva de estándares OTAN no solo implica interoperabilidad técnica: significa, sobre todo, incorporar lógicas operativas, criterios de amenazas y protocolos de respuesta alineados con los objetivos estratégicos del bloque occidental. En palabras del autor, este proceso haría que Brasil adopte doctrinas ajenas y entrene a sus propias fuerzas bajo modelos externos, lo cual "crearía un nivel de dependencia en nuestras fuerzas, que están débilmente alineadas con los intereses estratégicos de Brasil".

La paradoja se intensifica cuando se considera que los principales orígenes de ataques cibernéticos contra América Latina, según el informe de F5Labs citado por Machado, son Estados Unidos y Lituania, este último país sede del CCDCOE, precisamente el ente organizador del ejercicio Locked Shields.

Además, Brasil ha edificado buena parte de su infraestructura informática estatal sobre tecnologías de Big Tech norteamericanas, con sistemas operativos como Windows conocidos por contener "puertas traseras" que permiten el acceso de agencias como la NSA. La supuesta integración para fortalecer la seguridad digital termina siendo, en realidad, una apertura estructural a la vigilancia extranjera. "Al conectar nuestra seguridad cibernética a las estrategias y sistemas de la OTAN, de hecho reducimos nuestra seguridad cibernética", dice Machado.

Este patrón de dependencia no se limita al ámbito militar. La Policía Federal de Brasil utiliza el software israelí Cellebrite Premium, lo que convierte, en palabras del autor, esa institución en "una herramienta influyente para la CIA y el Mossad en Brasil". El espionaje israelí ya ha dejado antecedentes documentados en el país, incluido el asesinato de un científico nuclear brasileño.

La integración a simulacros como Maravilla 4 de Defensa Cibernética (marzo de 2024) y Guardián Cibernético 6.0 (octubre de 2024), ambos liderados por países del eje OTAN, no hace sino reafirmar el giro estratégico de Brasil hacia una arquitectura de subordinación tecnológica.

Del multilateralismo al servicio atlántico

En lugar de aprovechar el escenario multipolar para construir alianzas verdaderamente autónomas y estratégicamente equilibradas, el gobierno de Lula opta por una inserción pasiva en estructuras diseñadas a conveniencia de Washington. Bajo el pretexto de la cooperación, Brasil cede soberanía digital, expone sus sistemas a potenciales mecanismos de vigilancia extranjera y entrena a sus fuerzas bajo doctrinas que no responden a su realidad geopolítica.

Mientras el discurso oficial insiste en la soberanía y el equilibrio multipolar, la práctica del gobierno favorece la consolidación de la influencia atlántica en el continente. De esta manera, Brasil se aproxima peligrosamente al rol de plataforma regional de la OTAN, bajo la apariencia ambigua de mediador neutral.

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