Aunque el gobierno de Donald Trump ha justificado su escalada militar contra Venezuela con acusaciones de tráfico de fentanilo, "la inteligencia estadounidense ha evaluado que ningún fentanilo traficado a los Estados Unidos es producido en Venezuela", según reveló a Drop Site un "funcionario de alto nivel directamente familiarizado con el asunto".
Esta evaluación desmonta por completo la narrativa oficial, que ha servido de pretexto para una ofensiva bélica cuyo verdadero objetivo es el derrocamiento del gobierno de Nicolás Maduro.
Incluso el senador Rand Paul ha reconocido que "cero fentanilo se produce en Venezuela", y el mismo funcionario citado por Drop Site subrayó que "varias de estas embarcaciones atacadas ni siquiera tienen la gasolina necesaria o motores con capacidad de llegar a aguas estadounidenses", lo que "mina dramáticamente las acusaciones del secretario de Guerra, Pete Hegseth".
Sin embargo, esto no ha impedido que la administración Trump declare una especie de guerra santa en el Caribe. El 23 de octubre, Trump anunció que "las drogas por mar" ya representan solo "5% de lo que fue hace un año. Así que están viniendo por tierra. La tierra será lo que viene ahora", señalando que estaba dispuesto a actuar "sin la aprobación del Congreso".
Al día siguiente, EE.UU. desplegó un portaaviones en América Latina.
Rubio: el conductor de la política de cambio de régimen
Detrás de esta escalada está Marco Rubio, actual secretario de Estado y "por largo tiempo proponente del cambio de régimen en Venezuela". Según Drop Site, "dos fuentes familiarizadas con las discusiones en la Casa Blanca señalan que Rubio había sido la fuerza impulsora detrás de la postura agresiva y retórica hacia el régimen de Maduro".
Rubio, además a cargo de los remanentes de la USAID, ha redirigido "millones de dólares en dinero previamente asignado a medidas 'pro-democracia' en Venezuela y los países circundantes, un esfuerzo poco disimulado de preparar a la región para la guerra".
Inicialmente, sus argumentos —basados en derechos humanos y preocupaciones electorales— no convencieron a Trump. Pero tras asumir interinamente en el Consejo de Seguridad Nacional, Rubio encontró la clave: presentar a Maduro como un "narcoterrorista", apelando a una vieja acusación del Departamento de Justicia de 2020 sobre tráfico de cocaína.
"El disgusto personal [de Trump] por las drogas y una promesa de campaña para usar al ejército contra los carteles de la droga mexicanos" fueron, según Drop Site, el "ímpetu importante" para que el presidente diera luz verde a los ataques:
"Con Trump hasta ahora incapaz de llevar a cabo ataques contra los carteles mexicanos, ataques que se ven políticamente indefendibles, Rubio efectivamente dirigió su mirada hacia Maduro".
El acceso a las vastas reservas petrolíferas de Venezuela selló el argumento. Tanto así que Trump se dejó influenciar "por los argumentos de Rubio de que la mejor manera de asegurar las reservas petroleras venezolanas era facilitar el cambio de régimen".
La maquinaria del "apoyo a la democracia"
La estrategia no es nueva. Un cable diplomático de 2006 ya detallaba una hoja de ruta contra Hugo Chávez (la famosa "estrategia de cinco puntos"):
"1) Fortalecer las instituciones democráticas, 2) penetrar la base política de Chávez, 3) dividir al chavismo, 4) proteger los negocios vitales de los Estados Unidos y 5) aislar a Chávez internacionalmente".
Hoy, esa lógica se mantiene con nuevos actores. La National Endowment for Democracy (NED) ha financiado campañas como "Operación Retweet", que usó "avatares impulsados por inteligencia artificial" para diseminar contenido crítico contra Maduro.
También apoyó al portal bogotano Connectas, que produjo una investigación llamada "Petrofraude" y recibió, según Drop Site, "al menos 88 mil dólares" de la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos del Departamento de Estado.
Mientras tanto, los fondos continúan fluyendo. Una evaluación interna de la USAID revisada por Drop Site revela que "el gobierno estadounidense ha destinado al menos 213 millones de dólares en los últimos cinco años a grupos opositores venezolanos", incluyendo "18 millones específicamente en 2024", destinados, entre otros, a "los viajes internacionales de la reciente ganadora del Premio Nobel de la Paz, María Corina Machado", quien "se ha alineado con la administración Trump en los últimos meses en un intento por verse instalada como la nueva líder de Venezuela".
Las investigaciones de Misión Verdad sobre los flujos de dinero estadounidense en Venezuela han dado cuenta de que la "estrategia de cinco puntos" continúa su cauce en organizaciones no gubernamentales (ONG), medios "independientes" y actores políticos disfrazados de cualquier otra etiqueta "civil" que no refleje la sombra destituyente que proyectan. En ese sentido, tiene relevancia el hecho de que la nómina de sueldos de Washington se haya visto ininterrumpida a pesar de que la administración Trump repita sin cesar que ya no persigue agendas golpistas en su corolario de política exterior.
- Lee nuestro trabajo especial de investigación: "Dos décadas de la USAID en Venezuela: balance de una agenda criminal".
Preparación militar en la frontera
La militarización regional avanza en paralelo. En septiembre, el Departamento de Estado firmó un contrato de "4.8 millones de dos años para el 'campo de tiro virtual de Colombia'" con la firma VirTra, Inc.
Asimismo, la Guardia Costera estadounidense entregó a Colombia "1.73 millones de dólares por embarcaciones de 21 pies de eslora" y "3.8 millones para ocho 'buques pesados de combate ribereño' de 25 pies".
Además, "la rama de Arlington de la consultoría internacional Deloitte también recibió un contrato de tres años por el valor de 3 millones de dólares" para asesoría energética en Colombia.
No obstante, estos movimientos han generado fricciones incluso con el gobierno de Gustavo Petro, quien ha condenado la ofensiva militar estadounidense en el Caribe, cuyas críticas comenzaron con "los ataques aéreos letales del 15 de septiembre contra un barco pesquero en aguas colombianas".
Operaciones encubiertas y manipulación mediática
La CIA también ha participado activamente. "El antiguo, y atribulado, jefe de estación en París, Dale Bendler, recientemente se registró de forma retroactiva como agente extranjero a nombre de Armando Capriles", vinculado al diario Últimas Noticias, en un intento de reclutarlo como activo "a cambio de indulgencia contra sanciones estadounidenses de 2019".
Por otro lado, firmas como Madison Springfield, Inc. (MSI) llevaron a cabo estudios como la "evaluación de Guyana Ghost Men", financiada con 485.915 dólares por la USAID, y Premise Data —comprada luego por Culmen International, contratista de operaciones especiales— ejecutó un subcontrato de 498.701 dólares "35 días antes de la fracasada Operación Gedeón".
Son datos, no opiniones, de cómo se disemina una operación destituyente a punta de dinero corporativo y acciones encubiertas.
Una guerra sin fundamento con objetivos claros
Como concluye Drop Site, "la política exterior bajo Trump ha llegado a ser dominada por un grupo conocido dentro de la administración como 'la pandilla de los cinco'", entre los que se encuentra Rubio, "Stephen Miller, el segundo en el gabinete para políticas; Susie Wiles, la jefa de gabinete; Stephen Witkoff, el enviado multifunciones; y el vicepresidente J.D. Vance".
Hegseth, quien "en una campaña por alcanzar relevancia interna, está entusiastamente ejecutando la estrategia de Rubio, atacando regularmente embarcaciones", ha prometido "una guerra eterna contra las drogas", equiparando a supuestos narcotraficantes venezolanos con Al Qaeda: "Nuestro mensaje a estas organizaciones terroristas extranjeras es que los trataremos como tratamos a Al Qaeda… los mataremos a todos".
Pero los hechos son contundentes: no hay fentanilo proveniente de Venezuela en EE.UU., no hay embarcaciones venezolanas capaces de cruzar el Caribe y sí hay una maquinaria bien engrasada de cambio de régimen.
Lo que está en juego no es la seguridad de los ciudadanos estadounidenses, sino el control de las mayores reservas petroleras del planeta. Y en esa guerra, la verdad es la primera víctima.