Vie. 11 Octubre 2024 Actualizado ayer a las 4:30 pm

Movimientos en el tablero geopolítico y elecciones parlamentarias en Venezuela

La simultaneidad de varios eventos con Venezuela en el epicentro, ilustran el nivel de relevancia del país petrolero en el planteamiento estratégico estadounidense en varios frentes.

Hace poco ocurrió la visita del secretario de Estado, Mike Pompeo, por varios países de la región, tres de ellos fronterizos con Venezuela.

Su paso por Surinam, Guyana, Brasil y Colombia tuvo a Venezuela en el centro de mesa, mediante arengas del funcionario en materia de seguridad y la crisis interna. Sus frases apuntando al desmantelamiento del chavismo en el poder no se hicieron esperar.

Seguidamente a la gira, Pompeo hizo el anuncio de un nuevo paquete de casi 348 millones de dólares de “ayuda humanitaria” que en teoría tendría como destino al gentilicio venezolano.

Por otro lado, Mike Pence, el segundo hombre del Ejecutivo estadounidense, sostuvo recientemente una conversación telefónica con su figura clave en la desestabilización a Venezuela, el diputado Juan Guaidó.

“Excelente llamada telefónica hoy con el presidente de Venezuela Juan Guaidó”, escribió Pence.

“Bajo el presidente Donald Trump, Estados Unidos apoya al presidente @jguaido y al pueblo venezolano amante de la libertad. ¡Estados Unidos seguirá apoyándolos hasta que se restaure su #libertad!”, señala textual el espaldarazo a través de Twitter.

En otro ámbito, el Departamento del Tesoro estadounidense emitió sanciones contra varios políticos opositores venezolanos a los que acusa de haber “facilitado los esfuerzos” para “manipular” las elecciones parlamentarias convocadas para el próximo 6 de diciembre.

En un comunicado, el despacho de Steve Mnuchin explicó que los sancionados son “figuras clave” en el plan para “poner el control de partidos de oposición en manos de políticos afiliados al régimen de Nicolás Maduro, socavando cualquier desafío creíble de la oposición a dicho régimen”.

Los sancionados fueron Miguel Antonio José Ponente (PJ), Guillermo Antonio Luces (VP), José Bernabé Gutiérrez (AD) y Chaim Jose Bucaran (UNT). Básicamente, las medidas de presión contra estos antichavistas recaen por extensión a la posibilidad de que estos sectores puedan sumarse tardíamente, pero sumarse a fin de cuentas, a las venideras elecciones.

El hecho es que varios dirigentes de los partidos pertenecientes al G4 (VP, AD, PJ y UNT), se han postulado a cargos mediante tarjetas de otros pequeños partidos, una vez que no han contado con el apoyo formal de sus organizaciones de origen al estar plegados, en medio de claras presiones, a un boicot electoral.

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También tuvo lugar hace días la publicación y alta difusión del informe de “verificación de hechos” que varios países del Grupo de Lima levantaron dentro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, vale decirlo, de manera no presencial en Venezuela y en paralelo a los informes que ha levantado en Venezuela la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos del principal ente multilateral.

Este informe, plagado de falsedades, fue un insumo de nuevas presiones que vinieron desde la Organización de Estados Americanos (OEA), países del Grupo de Lima y los miembros del Grupo de Contacto de la Unión Europea (UE) con Caracas, quienes recrudecieron su retórica contra las instituciones venezolanas y las elecciones parlamentarias por venir.

En simultáneo, Juan Guaidó emitió un video paralelo a la Asamblea General de la ONU, en el que, desde su figura “presidencial” paralela, llamó de manera matizada pero abierta a una intervención de fuerzas extranjeras en el país.

Aunque la solicitud de Guaidó no podría proceder ante la ONU y ante su Consejo de Seguridad por no ser reconocido como presidente ante estas instancias, su llamado consiste en un requisito indispensable para legitimar nuevas arremetidas contra Venezuela, lo cual implica que esta acción yace en la orquestación de los estadounidenses, quienes claramente controlan al diputado venezolano.

Los factores en juego

A la luz de estos eventos, que no deben entenderse de manera aislada, EEUU mantiene una clara presión contra Venezuela y esta se explica por el vínculo de los eventos en la nación caribeña con el resultado electoral en el estado de Florida, un estado clave para la reelección de Trump en noviembre.

Florida es un estado llamado “péndulo” por ir de un candidato demócrata a un republicano de una elección a la otra. Pero es clave por su importante número de colegios electorales, unos 27 en total.

Trump ganó en Florida en 2016 con 45,3%, aventajando a Clinton por 1,2%. Este año pretende afianzar su ventaja en este estado, sosteniendo su liderazgo en el ala dura de demócratas y republicanos que integran las diásporas cubanas y venezolanas.

El 66% de los venezolanoamericanos de Florida votaría por la reelección de Trump frente al 34% que sufragaría por el candidato demócrata Joe Biden, según una encuesta divulgada este viernes. Los resultados del sondeo de opinión realizado por Public Opinion Research Lab de la University of North Florida (UNF).

La relevancia del voto venezolano, aunado al voto cubano, yace en que podrían colocar la balanza a favor de Trump y ampliar sus posibilidades en ese estado.

La conquista de este segmento del voto latino en EEUU es vital para Trump para avanzar en el respaldo general de la comunidad latina, o al menos en una parte de ella. Esto entendiendo que, justo ahora, Trump tiene a cuestas a políticos demócratas y varias ONG que han hecho estallar un escándalo que apunta a las cárceles federales para migrantes en EEUU, en las que se estarían aplicando esterilizaciones de manera involuntaria a las mujeres retenidas.

Este tema es el principal referido a la comunidad latina y que se incorpora a la recta final de la campaña.

En medio de su campaña política Trump se detuvo este 15 de septiembre para dirigirse a los latinos en Florida, afirmando que en Venezuela “pasarán cosas interesantes”. La nación caribeña estuvo en un lugar privilegiado de ese discurso, donde llegó a comparar a un hipotético EEUU “socialista” en manos de Biden con la Venezuela gobernada por el chavismo.

Para muchos, no es descabellado asumir que los estadounidenses aprieten el gatillo contra Venezuela, buscando la llamada “sorpresa de octubre”, que son las típicas conmociones fabricadas en EEUU para inclinar las balanzas electorales.

Los venezolanos en EEUU siguen de cerca lo que ocurre en Venezuela y los aflojamientos o incrementos de las presiones estadounidenses contra el gobierno venezolano. Si estos consideran que EEUU ha claudicado contra Caracas, podrían retirar el apoyo a Trump.

Estas percepciones yacen en el tema electoral en Venezuela.

De su desarrollo y desenlace depende en gran medida el ciclo de encrucijadas y presiones sobre los destinos venezolanos, pero también el propio destino de Trump, pues su afianzamiento en Florida yace en gran medida por lo diligente que ha sido en sus acciones destempladas contra el chavismo y el pueblo venezolano bajo bloqueo.

En Venezuela, el presidente Nicolás Maduro apunta a la realización de unas elecciones observadas y acompañadas, que puedan ser respaldadas internacionalmente.

Mientras que por la oposición, Juan Guaidó lidera el boicot electoral apoyado por EEUU.

La agenda estadounidense supone la “invalidación” de las elecciones venezolanas y la continuidad del inexistente mandato de Guaidó. En esta convergencia, yace la continuidad o no del bloqueo económico y otras operaciones de asfixia severa que hoy se ejecutan contra Venezuela.

Sin embargo, también hay nuevos movimientos y nuevas posibilidades, también de la mano de otros actores. Medios españoles han dicho que el diplomático Josep Borrell a nombre de la UE habría enviado una misión a Caracas para, nuevamente, concertar posibilidades que deriven en una observación europea de las próximas elecciones.

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En ese escenario, la UE estaría proponiendo nuevas condiciones y garantías electorales, e incluso una modificación de los lapsos electorales. Sin embargo para Caracas, la única fecha electoral prevista es el 6 de diciembre y son insondables las posibilidades de que eso varíe, menos aún, con los traspiés que han sido evidentes en todos los tramos de la interlocución y luego de las posiciones ambiguas de los europeos.

Esto implica que las presiones estadounidenses no van sólo contra Caracas, pues también apuntan a Bruselas.

Hace poco la UE señaló que no observaría las elecciones, declarándose incompetentes para organizar una misión por “falta de tiempo”, aun cuando faltan tres meses para las parlamentarias.

Luego del informe paralelo en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y mediante la posición del Grupo de Contacto, los europeos habrían afianzado su posición de no participar.

Sin embargo, esto podría cambiar.

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