Jue. 07 Agosto 2025 Actualizado 5:13 pm

Hiroshima devastada

Un hombre observa la extensión de ruinas que dejó la explosión de la bomba atómica el 6 de agosto de 1945 en Hiroshima, Japón. Unas 140.000 personas murieron aquí de inmediato (Foto: AP Photo)
80 años de mentiras

EE.UU. admite que no necesitaba bombardear Hiroshima ni Nagasaki

Mientras conmemoramos el 80 aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, el mundo está a la cercana deriva de otra confrontación nuclear como no lo había estado en décadas.

Con los ataques israelíes y estadounidenses sobre instalaciones iraníes de energía nuclear, India y Pakistán yendo a la guerra en mayo y la violencia en escalada entre Rusia y las fuerzas respaldas por la OTAN en Ucrania, la sombra de otra guerra nuclear se cierne sobre la vida cotidiana.

Ochenta años de mentiras

Los Estados Unidos permanecen como la única nación en lanzar una bomba atómica con ira. Si bien las fechas 6 y 9 de agosto de 1945 marcaron la conciencia popular de todo el pueblo japonés, esos días tienen mucha menos relevancia para la sociedad estadounidense.

Cuando apenas se discute en los Estados Unidos, este capítulo oscuro en la historia humana se suele presentar como un mal necesario, o incluso un día de liberación, un evento que salvó cientos de miles de vidas, que previno la necesidad de una invasión de Japón y puso fin antes de tiempo a la Segunda Guerra Mundial. Esto, sin embargo, no podría estar más alejado de la realidad.

Los generales y estrategas de guerra estadounidenses concordaron que Japón estaba al punto del colapso, y que durante semanas intentaron negociar una rendición. La decisión, entonces, de incinerar cientos de miles de civiles japoneses fue tomada para proyectar el poderío estadounidense en todo el mundo y obstaculizar el ascenso de la Unión Soviética.

“Siempre nos pareció que, con o sin bomba atómica, los japoneses estaban al borde del colapso”, escribió en sus memorias de 1949 el general Henry Arnold, Comandante General de las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos en 1945.

Arnold no estaba solo en esta valoración. De hecho, el almirante de flota William Leahy, el oficial con mayor rango de la Marina durante la Segunda Guerra Mundial, condenó duramente a los Estados Unidos por su decisión y comparó su propio país con los más salvajes regímenes en la historia mundial.

Así escribió en 1950:

“Es mi opinión que el uso de esta arma barbárica contra Hiroshima y Nagasaki no fue de ninguna ayuda material en nuestra guerra contra Japón. Los japoneses ya estaban derrotados y listos para rendirse. Mi propia sensación era que, siendo los primeros en usarla, habíamos adoptado un criterio ético común a los bárbaros de las épocas oscuras”.

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Un hongo de humo se eleva a más de 60.000 pies en el aire después de explotar la segunda bomba atómica sobre Nagasaki, el 9 de agosto de 1945 (Foto: AP Photo)

Para 1945, Japón estaba hecho trizas militar y económicamente. Con la pérdida de sus aliados claves Italia en 1943 y Alemania en mayo de 1945, y enfrentando la perspectiva inmediata de una total invasión soviética de Japón, los dirigentes nacionales buscaban frenéticamente negociaciones de paz. Su única condición real parecía ser que deseaban mantener como figura al emperador, una posición que, según algunos informes, se remonta a más de 2.600 años.

“Estoy convencido -escribió el expresidente Herbert Hoover a su sucesor, Harry S. Truman- de que si usted, como Presidente, hace una transmisión de onda corta al pueblo de Japón, diciéndoles que pueden tener su emperador si se rinden, que no significará una rendición incondicional excepto para los militaristas, obtendrás la paz en Japón y terminarás con ambas guerras”.

Muchos de los asesores más cercanos de Truman le dijeron lo mismo. “Estoy absolutamente convencido de que si hubiéramos dicho que podían quedarse con el emperador, junto con la amenaza de una bomba atómica, hubieran aceptado y nunca habríamos tenido que lanza la bomba”, dijo John McCloy, subsecretario de Guerra de Truman.

Sin embargo, Truman tomó desde el inicio una posición absolutista, rehusando escuchar cualquier consideración japonesa de negociaciones. Esta postura, de acuerdo con el general Douglas MacArthur, comandante de los Fuerzas Aliadas en el Pacífico, prolongó la guerra. “La guerra podría haber terminado semanas antes -dijo- si los Estados Unidos hubiera aceptado, como de todas maneras lo hizo posteriormente, mantener la institución del emperador”. No obstante, Truman arrojó dos bombas y luego cambió su postura sobre el emperador para evitar que la sociedad japonesa se desmoronara.

En ese momento de la guerra, sin embargo, los Estados Unidos estaban emergiendo como la única superpotencia global y disfrutaba de una posición de influencia sin precedentes. El lanzamiento de la bomba sobre Japón lo recalcó: fue una demostración de poder, con la intención de infundir miedo en los corazones de los líderes mundiales, especialmente en la Unión Soviética y China.

Primero Japón, después el mundo

Hiroshima y Nagasaki contrarrestó dramáticamente las ambiciones de la URRS en Japón. Las fuerzas de Iósif Stalin habían invadido y anexado permanentemente la isla de Sajalín en 1945 y planeaba ocupar Hokkaido, la segunda isla más grande de Japón. La medida probablemente previno que la nación insular cayera bajo la esfera de influencia soviética.

En la actualidad, Japón permanece profundamente ligado a los Estados Unidos económica, política y militarmente. Hay alrededor de 60.000 tropas estadounidenses en Japón, repartidos en 120 bases militares.

Muchos en la administración de Truman también desearon usar la bomba atómica contra la Unión Soviética. Sin embargo, al presidente Truman le preocupaba que la destrucción de Moscú llevara al Ejército Rojo a invadir y destruir Europa occidental como respuesta. Así que decidió esperar hasta que Estados Unidos tuviera suficientes ojivas para destruir completamente la URRS y su ejército de un solo golpe.

Los estrategas de guerra estimaban que debían ser unas 400. Para ello, Truman ordenó el inmediato incremento de la producción. Un ataque de ese tipo, ahora lo sabemos, habría causado un invierno nuclear que hubiera acabado permanentemente con toda forma organizada de vida en la Tierra.

La decisión de destruir Rusia se encontró con una rígida oposición entre la comunidad científica estadounidense. Ahora se cree ampliamente que los científicos del Proyecto Manhattan, incluido el mismo Robert J. Oppenheimer, transmitieron los secretos nucleares a Moscú para que acelerara su proyecto nuclear y desarrollara una disuasión que detuviera este escenario apocalíptico. Pero esta parte de la historia quedó fuera de la película biográfica de 2023.

Para 1949, la URRS pudo producir una disuasión nuclear creíble antes de que Estados Unidos tuviera suficientes cantidades producidas para un ataque total, para así poner fin a la amenaza y llevar al mundo a una era de destrucción mutua asegurada.

“Sin duda, antes del 31 de diciembre de 1945, y con toda probabilidad previo al 1º de noviembre de 1945, Japón se habría rendido incluso si las bombas atómicas no hubieran sido arrojadas, incluso si Rusia no hubiera entrado en la guerra, e incluso si ninguna invasión se hubiera planeado o contemplado”, concluyó un reporte de 1946 del Estudio de Bombardeo Estratégico de Estados Unidos.

Dwight D. Eisenhower, comandante supremo aliado en Europa y futuro presidente, tenía la misma opinión, declarando que:

“Japón ya estaba derrotado y lanzar la bomba fue completamente innecesario… No era una medida necesaria para salvar vidas estadounidenses. Era de la creencia de que Japón estaba, en ese preciso momento, buscando una manera de rendirse con el mínimo en pérdidas humanas”.

Aun así, tanto Truman como Eisenhower públicamente jugaron con la idea de usar armas nucleares contra China para detener el auge del comunismo y defender su régimen cliente en Taiwán. Solo el desarrollo de la ojiva china en 1964 terminó con el peligro y, a la larga, la era de la distensión de buenas relaciones entre los dos poderes se mantuvo hasta el Giro a Asia del presidente Obama.

En última instancia, entonces, el pueblo de Japón fue el daño colateral en un intento gigantesco de Estados Unidos por proyectar su poder a nivel mundial. Como el brigadier general Carer Clarke, jefe de la inteligencia estadounidense en Japón, escribió: “Cuando no lo necesitábamos hacer, y sabíamos que no lo necesitábamos hacer, y ellos sabían que nosotros sabíamos que no lo necesitábamos, los usamos [a los ciudadanos japoneses] como experimento para dos bombas atómicas”.

Cada vez más cerca del Armagedón

El peligro de las armas nucleares está lejos de terminar. Hoy, Israel y Estados Unidos, dos países con armamento atómico, atacan instalaciones nucleares iraníes. Pero sus continuas e hiper-agresivas acciones contra sus adversarios solo sugieren a otros países que, a menos que también posean armas de destrucción masiva, no estarán seguros de ser atacados. Corea del Norte, un país con disuasión convencional y nuclear, no enfrenta ofensivas aéreas de los Estados Unidos ni de sus aliados. Por lo tanto, estas acciones probablemente tendrán como resultado que más naciones persigan ambiciones nucleares.

A principios de este año, India y Pakistán (otros dos Estados con armamento nuclear) tuvieron un conflicto abierto debido a dispuestas sobre terrorismo y Jammu y Cachemira. Muchos individuos influyentes en ambos lados de la frontera estaban demandando a sus respectivas partes que lanzaran sus armas nucleares, una decisión que podrían haber significado el fin de la vida humana organizada. Afortunadamente, prevalecieron las mentes frías.

Mientras tanto, la guerra en Ucrania continúa, con las fuerzas de la OTAN animando al presidente Zelenski a que suba la apuesta. Según reportes, a principios de este mes, el mismo presidente Trump alentó al gobernante ucraniano usar sus armas hechas en Occidente para atacar Moscú.

Acciones como estas precisamente llevan al Boletón de los Científicos Atómicos a mover su famoso Reloj del Apocalipsis a 89 segundos para la medianoche, lo más cercano que ha estado el mundo de una catástrofe.

“La guerra en Ucrania, ahora en su tercer año, se cierne sobre el mundo; el conflicto podría volverse nuclear en cualquier momento debido a una decisión precipitada o por accidente o un error de cálculo”, escribieron en su explicación, y añadieron que conflictos en Asia podrían volverse incontrolables hacia una guerra más amplia en cualquier momento, y que los poderes nucleares se están actualizando y expandiendo sus arsenales.

El Pentágono también está reclutando a Elon Musk para que lo ayude a construir lo que llama una Cúpula de Hierro Estadounidense. Si bien esta jugada se expresa en lenguaje defensivo, un sistema como este, si tiene éxito, otorgaría a Estados Unidos la capacidad de lanzar ataques nucleares desde cualquier lugar en el mundo sin tener que preocuparse sobre las consecuencias de una respuesta similar.

Por ende, al recordar los horrores de Hiroshima y Nagasaki de hace 80 años, debemos comprender que no solo eran enteramente evitables, sino que ahora estamos más cerca de una confrontación nuclear catastrófica de lo que mucha gente cree.


Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Mint Press News el 6 de agosto de 2025, la traducción para Misión Verdad fue realizada por Ernesto Cazal.

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