Jue. 29 Mayo 2025 Actualizado 5:44 pm

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Gráficos con los aranceles "recíprocos" anunciados por el gobierno de Donald Trump el 2 de abril de 2025 (Foto: Getty Images)
El mercado como campo de batalla

Los aranceles son el nuevo rostro de la crisis hegemónica estadounidense

Desde que Donald Trump anunció —en su llamado "Día de la Liberación", el pasado 2 de abril— la imposición de aranceles de hasta 80% para ciertos países, la medida ha sido interpretada tanto como un intento de proteger la industria estadounidense como una estrategia para reforzar la arquitectura hegemónica que Washington diseñó al término de la Segunda Guerra Mundial.

Según advierte el economista Michael Hudson, se trata de lo segundo: en conversación con el profesor universitario Nima Alkhorshid, afirma sin titubeos que "es prácticamente el mismo papel" que EE.UU. desempeñó en 1944 al moldear el FMI y el Banco Mundial para disolver los imperios coloniales europeos y erigir su propia esfera de influencia.

Si en Bretton Woods la Casa Blanca persuadió al Reino Unido a renunciar a la "preferencia imperial", hoy la Casa Blanca invoca la "seguridad nacional" para exigir a Londres —y pronto a Berlín— que limite cualquier comercio que facilite la capacidad productiva china. El método cambia de etiqueta, pero la lógica es clara: la política comercial sigue siendo la carta de poder estadounidense para dictar las reglas del juego global.

Bretton Woods 2.0

Hudson recuerda que John Maynard Keynes advirtió en 1944 que convertir a Estados Unidos en acreedor universal crearía un sistema de deudores crónicos sin medios para pagar. Las potencias coloniales aceptaron el trato por falta de alternativas. "No tenemos otra opción", decían entonces los lores británicos, explica el economista. Ocho décadas después, la encrucijada se repite: o se absorbe la "perturbación de corto plazo" que causarán los aranceles, o se apuesta por una economía estadounidense que, señala Hudson, "se está contrayendo" por las mismas medidas.

La novedad radica en la amplitud del objetivo geopolítico. Trump no oculta que el arancel es un arma para obligar a otros a sumarse a la Nueva Guerra Fría contra China y Rusia. La cláusula de seguridad nacional, subraya Hudson, "puede significar cualquier cosa"—desde estudiantes universitarios que se oponen a la guerra hasta semiconductores—y funciona como comodín para vetar bienes estratégicos. En la práctica, Washington ofrece una dicotomía: alinearse con su órbita decreciente o arriesgar el acceso al mercado norteamericano.

El caso de Venezuela

El 24 de marzo de 2025 Trump firmó una orden ejecutiva que impone un arancel de 25% a los países que compren petróleo venezolano. La implementación de esta tarifa quedó a discreción del secretario de Estado, Marco Rubio, en coordinación con los secretarios del Tesoro, Comercio y Seguridad Nacional.

Tal acción se enmarca en una estrategia de presión económica que busca aislar a Venezuela en el mercado energético internacional, lo que afecta a socios comerciales como España, India y China. El objetivo es limitar las relaciones comerciales de empresas extranjeras con PDVSA y generar un efecto de cerco y aislamiento similar al de la suspensión de licencias específicas a socios de la industria venezolana.

Este enfoque refleja la lógica descrita por Michael Hudson, en la que las medidas económicas se utilizan como herramientas geopolíticas para obligar a otros países a alinearse con los intereses estratégicos de Estados Unidos. En este contexto Venezuela se convierte en un escenario clave de la contención hemisférica contra países como China y Rusia, mediante la vulneración de su principal línea de flotación: la cooperación energética.

El dilema europeo y la mayoría global

Reino Unido ya ha dado su brazo a torcer y Alemania amaga con seguirla. Para Hudson, se trata de la repetición de un patrón: "Inglaterra siempre era la primera en traicionar a Europa para rendirse a Estados Unidos". La diferencia es que hoy los países del Sur Global poseen capacidad industrial y redes financieras propias (Brics+, el Nuevo Banco de Desarrollo) que les permiten contemplar un desacople concertado. "Solo necesitan un plan", dice Hudson, para transformar la coyuntura en plataforma de un nuevo orden monetario.

Pero el reloj corre. Los aranceles impiden a los deudores generar divisas, elevan el riesgo de que un Estado no pueda cumplir con el pago de su deuda externa y empujan a recortar gasto social para continuar pagando bonos emitidos en dólares. La historia sugiere dos salidas: una moratoria colectiva como en 1931 o una reestructuración tipo Plan Brady. Ninguna será fácil: fondos buitre y tribunales neoyorquinos ya preparan estrategias para embargar activos, igual que con Argentina o, más recientemente, Rusia.

¿Reindustrialización o desmantelamiento?

Trump asegura que los aranceles reindustrializarán Estados Unidos, pero Hudson lo desmiente: "Eso es solo una tapadera. Otros países no se sacrificarán; buscarán otro mercado". Si los márgenes globales rondan 10-15%, un tributo superior elimina la ganancia y desplaza el comercio hacia terceros. El resultado probable no es una ola de fábricas renacidas en Ohio sino precios más altos para el consumidor estadounidense y nueva capacidad productiva relocalizada en Asia o América Latina, fuera del alcance fiscal de Washington.

Hudson sentencia:

"El mercado no es natural. Está diseñado en Estados Unidos para que este se beneficie a costa de ustedes o, como dice Donald Trump, para que 'nosotros seamos ganadores y ustedes perdedores'".

El analista no descarta que la apuesta trumpista, lejos de reforzar la base manufacturera, acelere el declive relativo de la potencia norteamericana, al aislarla de las cadenas de suministro más dinámicas y forzar a la mayoría global a ensayar, de una vez por todas, el tan postergado Bretton Woods alternativo.

La partida apenas comienza, pero las cartas son viejas. En 1944 la disyuntiva era acatar o arriesgar la parálisis bancaria. En 2025 la decisión es ceder soberanía comercial o articular una salida colectiva. Si Caracas, Nueva Delhi o Johannesburgo terminan por coordinar su defensa, el arancel trumpista podría convertirse en el catalizador involuntario de un sistema postdólar.

En caso contrario, la historia confirmará la tesis de Hudson: la hegemonía se reinventa, no con tanques, sino con aranceles.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<