Un examen de largo aliento de 12 meses, del 7 de octubre de 2023 al 6 de octubre de 2024, revela cómo la BBC ha contado el genocidio en Gaza. El Centre for Media Monitoring analizó 3 mil 873 notas digitales y 32 mil 92 segmentos televisivos y radiales, todos producidos sin acceso directo a la Franja pues, desde el inicio de la ofensiva, el ejército israelí y el organismo Cogat mantienen cerrado el paso de Erez y cualquier ingreso independiente de corresponsales extranjeros, una restricción que el Tribunal Supremo avaló en enero de 2024.
En ese vacío informativo, reporteros palestinos han asumido el relevo —en más de un caso pagando con la vida— para documentar un conflicto en el que la desproporción de víctimas alcanza 42 mil 10 palestinos frente a 1 mil 246 israelíes.
El estudio detecta un patrón inequívoco: la cadena británica concede centralidad al discurso oficial israelí y minimiza la perspectiva palestina. Ni la magnitud de la brecha mortal ni las pesquisas internacionales por genocidio alteran un encuadre que presenta la ofensiva como acción defensiva, vacía de contexto la devastación civil y relega el sufrimiento palestino a una cifra de fondo.
Quién muere, quién importa
La desproporción de víctimas —una proporción de 34 a 1— debería ser el eje de cualquier narrativa informativa seria, pero la BBC distorsiona esta realidad desde el mismo titular. Por cada 21 víctimas israelíes fallecidas, la cadena publica un encabezado, mientras que para despedazar esa misma estadística palestina exige 353 muertes antes de dedicarle un titular.
Ese desfase numérico se amplía al texto. En las primeras cinco líneas de cada nota, donde se juega la retención del lector, las alusiones a la muerte israelí resultan 30 veces más frecuentes que a la palestina; en el cuerpo completo de los artículos, cada deceso israelí acumula en promedio 33 menciones, frente a 0,03 por cada víctima de Gaza. Y si hablamos de medios audiovisuales, los clips de radio y televisión no pertenecientes a entrevistas muestran una brecha de 19 a 1 en favor de lo israelí.
Al "poner rostro" al conflicto, la BBC muestra un supuesto equilibrio que resulta engañoso: se publicaron 279 retratos de víctimas palestinas frente a 201 de israelíes, números casi parejos, pero que ocultan en la práctica el abismo de mortalidad del primer caso. El contenido emotivo o personal, aquellas piezas pensadas para generar empatía, dio como resultado solo el doble de relatos sobre tragedias palestinas que sobre las israelíes, a pesar de que Gaza ha soportado jornadas masivas de masacres desde que comenzó la ofensiva.
A esta desproporción cuantitativa se suma un tratamiento editorial tendencioso: la BBC insertó la coletilla "Ministerio de Salud controlado por Hamás" en 1 mil 155 artículos, casi tantas veces como mencionó el total de muertos en Gaza (1 mil 342), mientras que la misma fuente sin esa carga crítica apareció solo 119 veces, a modo de sembrar una duda constante sobre la veracidad de las cifras palestinas.
El contexto histórico y estructural que explica la dimensión real del asedio es prácticamente ausente. Aunque 40% de las notas menciona el 7-O como detonante, menos de 1% alude a la ocupación previa, y términos tan esenciales como "bloqueo" o "asentamientos" aparecen 0,08% y 0,03% de los casos respectivamente.
Gramática del sesgo
El informe del CFMM revela cómo las selecciones léxicas de la BBC refuerzan un universo moral jerarquizado. El uso recurrente de la palabra "masacre" para describir los sucesos en Israel —casi 18 veces más frecuente que al informar de agresiones en Gaza— y la preferencia por calificativos de fuerte carga emotiva como "atrocidad", "brutal", "bárbaro" o "letal" —cuatro veces más empleados para narrar esos hechos— contribuyen a inclinar la balanza hacia el lado israelí. Por ejemplo, tras la irrupción de Hamás en el kibutz fronterizo de Kfar Aza, la BBC declaraba una "masacre" al describir a las víctimas israelíes.
En cambio, cuando se trata del hospital Al Shifa, el relato cambia por completo. En noviembre de 2023 el ejército israelí, con respaldo implícito de Washington, montó una campaña de propaganda para promocionar la idea de un "nodo de mando" de Hamás bajo el complejo y así justificar repetidos bombardeos que asesinaron a civiles refugiados en sus pasillos. La BBC fue uno de los medios invitados por Israel para verificar esa versión y, tras la incursión, su cobertura se limitó a describir la "toma de control" sin señalar jamás la magnitud real del daño.
Meses después, en abril de 2024 el Ministerio de Salud de Gaza documentó más de 400 palestinos asesinados dentro y alrededor del hospital, mientras que el ejército israelí secuestró supuestamente entre 500 y 700 civiles. Organizaciones denunciaron que tropas israelíes usaron a civiles palestinos como escudos humanos para protegerse de fuego aliado, un extremo invisible en los reportes de la cadena.
En junio de 2024 la BBC publicó un artículo sobre las fosas comunes halladas tras el asedio, incluidos testimonios de testigos que hablaban de cuerpos amontonados en tumbas improvisadas. Pese a la evidencia, la nota contrastó abiertamente las explicaciones israelíes que calificaron la acción de "operación legítima contra túneles terroristas".
El reporte del CFMM señala que expresiones como "masacrado" se reservan exclusivamente para víctimas israelíes, mientras que el término "asesinado" se multiplica en sus casos —220 menciones— en comparación con una sola al referirse a palestinos. El recurso a la voz pasiva oculta al agresor y diluye la responsabilidad, y la omisión sistemática de actores busca que el lector no asocie el daño con el ejército israelí. Cuando la BBC narró el ataque al hospital Al Shifa, habló de "pasillos llenos de cientos de cuerpos" sin mencionar ni una sola vez a los responsables.
La asimetría se extiende a las fuentes y los testimonios. La BBC entrevistó a 2 mil 350 portavoces israelíes por apenas 1 085 palestinos, emitió narrativas de "autodefensa israelí" en 2 mil 340 ocasiones frente a 217 alusiones a la defensa palestina, y presionó a 38 invitados a condenar a Hamás sin preguntar nunca por las acciones del ejército israelí.
Así, al enfocar la cobertura en lo sucedido en Gaza, se desvía la atención del genocidio que ese Estado comete contra Palestina. Con el desplazamiento narrativo se relativiza la magnitud de la operación israelí. La deshumanización diferencial reduce la relevancia de las víctimas palestinas, y el desequilibrio de voces consolida un relato único que oculta la verdadera dinámica de agresión.
Del guion de Gaza al libreto iraní
Ahora que Israel ha trasladado su ofensiva a Irán, los medios occidentales emplean un libreto similar bajo la etiqueta de amenaza nuclear, dejando en segundo plano que buena parte de los blancos son instalaciones civiles y nodos críticos de la economía del país.
En una publicación la BBC tituló "Israel ataca sitios nucleares claves", sin precisar que entre los objetivos figuran plantas gasíferas y petrolíferas que no guardan relación con uranio alguno, son golpes directos al pulmón energético y económico iraní.
El portavoz del Ministerio de Salud, Hosein Kermanpur, declaró el 16 de junio que los ataques habían dejado para ese momento 224 muertos y más de 1 400 heridos, de los cuales más de 90% son civiles, incluidos 20 niños aplastados en un edificio residencial de 14 plantas en el norte de Teherán, blanco del bombardeo israelí.
El fuego israelí también alcanzó zonas próximas a sitios religiosos, con explosiones junto al aeropuerto de Mashhad, a escasa distancia del santuario del Imán Reza, y golpeó el Hospital Farabi en la ciudad fronteriza de Kermanshah, provocando daños severos en el equipamiento médico y lesiones en varios pacientes que se encontraban en las áreas impactadas.
La BBC, sin embargo, acompaña esa devastación con reportajes en los que insinúa que la sociedad iraní no está unida frente a la agresión. El relato omite que los misiles impactan barrios, hospitales y depósitos energéticos, y deja entrever que, si la población supuestamente no respalda a Teherán, los bombardeos resultarían más aceptables.
Así, igual como ha estado ocurriendo en Gaza, el esquema informativo vuelve a legitimar una campaña que destruye infraestructura vital y siega vidas civiles; las víctimas y la devastación quedan relegadas a notas marginales, envueltas en eufemismos que blanquean la verdadera naturaleza de la ofensiva.