Mié. 16 Julio 2025 Actualizado 2:19 pm

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Un niño agita una bandera palestina, en la frontera entre Israel y Gaza, en una protesta (Foto: Mohammed Salem / Reuters)
Reseña de la misiva abierta del presidente Maduro

Palestina como batalla moral: Venezuela llama a la acción internacional

En una contundente y extensa misiva fechada el 14 de julio de 2025 desde Caracas, el presidente Nicolás Maduro se dirigió a sus homólogos Gustavo Petro, de Colombia, y Cyril Ramaphosa, de Sudáfrica, pero también a "los pueblos del mundo", "a los movimientos en defensa de los derechos humanos", "a la conciencia rebelde de la humanidad", "al heroico Pueblo palestino" y "a las naciones de Asia Occidental", con la finalidad de expresar el apoyo de Venezuela al pueblo palestino y denunciar ante la comunidad internacional lo que describe como un genocidio estructural, histórico y en curso por parte del régimen israelí.

[Puedes leer la carta completa en aquí.]

La carta, de carácter abierto a todo el mundo, demuestra una clara intención de movilización y conciencia global, con el propósito central de expresar la profunda preocupación e indignación de Venezuela por la situación en Palestina. El presidente Maduro inicia su mensaje elogiando con "esperanza y respeto" la convocatoria de una "Reunión Ministerial Especial de Emergencia promovida por la República de Colombia junto a la República de Sudáfrica, en el marco del Grupo de La Haya, con el fin de abordar de manera coordinada y urgente las atrocidades que se siguen cometiendo contra el Pueblo palestino".

Esta reunión es percibida como fundamental para abordar el "horror y la impunidad" que "interpela a la humanidad entera". Dicho evento, al que se refiere la carta, es la primera cumbre ministerial de emergencia del Grupo de La Haya convocada por el presidente colombiano, Gustavo Petro, en Bogotá para los días 15 y 16 de julio.

El objetivo consiste en coordinar, informan medios internacionales, "acciones concretas, incluyendo medidas legales y diplomáticas", contra la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza, la cual los Estados miembros, entre ellos Colombia, califican de genocidio.

El Grupo de La Haya está compuesto por Bolivia, Cuba, Honduras, Senegal, Sudáfrica, Malasia, Namibia y Colombia, y buscará el apoyo de casi 30 países y organismos de la ONU para presionar contra las "violaciones del derecho internacional de Israel".

Entre las acciones conjuntas acordadas por el grupo se encuentran el cumplimiento de las órdenes de arresto emitidas por el Tribunal Penal Internacional contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su exministro de Defensa, Yoav Gallant. También buscan "prevenir el suministro de armas a Israel e impedir que buques vinculados a la industria militar israelí atraquen en sus puertos".

Mauricio Jaramillo, viceministro colombiano de Asuntos Multilaterales, enfatizó la importancia de esta reunión para "pasar del discurso a las acciones y enviar una señal de respaldo al sistema multilateral y al derecho internacional".

La conferencia cuenta con la participación de delegados de unos 30 países, incluyendo Irlanda y España, y varios relatores de la ONU, como Francesca Albanese, criminalizada y perseguida por Estados Unidos debido a las denuncias hechas, con fuentes y datos directos en el terreno, del genocidio continuado en Gaza.

Exterminio de larga data

El presidente venezolano, a nombre de Venezuela, eleva su voz "con firmeza, conmovida por el sufrimiento del Pueblo palestino y profundamente indignada ante la pasividad del mundo frente al mayor crimen de la historia contemporánea: el genocidio en curso contra Palestina".

Subraya con vehemencia que esta "no es una tragedia reciente". Si bien "desde octubre de 2023 hemos sido testigos de una fase de exterminio particularmente cruel, que ha dejado cerca de 60.000 mártires, 138.520 heridos y miles de desaparecidos bajo los escombros", el genocidio "no comenzó hace 21 meses; se remonta a 1948 con el inicio de la ocupación sionista, con la expulsión forzosa del Pueblo palestino de su tierra y con la instauración de un régimen colonial y criminal que ha utilizado el despojo, la represión, el bloqueo y el terror como políticas de Estado".

Se trata de una contextualización histórica necesaria, ya que busca evidenciar la naturaleza prolongada y sistemática de la agresión.

La carta enfatiza de manera categórica que lo que ocurre "en Gaza, en Rafah, en Nablus, y en toda Palestina no es un conflicto entre iguales". Por el contrario, se describe como "un plan sistemático de destrucción de un pueblo, de erradicación de su identidad, de borrado de su memoria".

Maduro denuncia sin rodeos que esto constituye "un crimen contra la humanidad, sostenido por el flujo constante de armas, dinero, tecnologías de vigilancia y protección diplomática que provienen de las potencias occidentales, quienes insisten en crear un enclave militar en el Asia Occidental".

La crítica se agudiza al señalar que "el régimen de Netanyahu, bajo el control de una élite sionista que ha hecho de la guerra y del racismo una doctrina de Estado, se ha convertido en la mayor amenaza contra la humanidad".

Cada "bomba que cae sobre un hospital palestino, sobre una escuela, sobre una vivienda, no solo asesina vidas inocentes, también destruye los cimientos de la paz mundial, hiere la legalidad internacional y atenta contra el futuro mismo del sistema de Naciones Unidas", y agrega: "No hay legitimidad ni orden que pueda resistir esta barbarie impune".

Este enfoque ampliado permite entender la carta como un manifiesto político y moral que busca posicionar el sufrimiento palestino como uno de los mayores crímenes contra la humanidad en la historia contemporánea. No se trata de un conflicto más, sino de una radiografía sobre el actual momento de putrefacción del orden internacional liderado por Estados Unidos.

Secuestro colonial de la justicia internacional

Un punto crucial de la misiva es la contundente crítica a las instituciones internacionales supuestamente encargadas de proteger a la humanidad. El presidente Maduro lamenta que "las instituciones creadas para proteger a la humanidad han claudicado".

Menciona específicamente que "la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional se han comportado con una lentitud vergonzosa, cuando no con abierta complacencia". Sostiene que "estas instancias, que deberían hacer cumplir el derecho internacional y proteger a los pueblos agredidos, han sido colonizadas por los intereses de Occidente" y "se han transformado en instrumentos de presión contra los débiles, pero jamás contra los poderosos".

Por ello, se afirma rotundamente que "la justicia internacional, hoy por hoy, está secuestrada".

Desde Venezuela, se denuncia "esa colonización institucional, esa hipocresía estructural, ese uso desigual y selectivo del derecho".

El texto argumenta que "la arquitectura jurídica internacional no puede seguir siendo utilizada como una herramienta de castigo contra los países soberanos del Sur Global, mientras se otorgan privilegios de impunidad a quienes cometen crímenes de lesa humanidad a gran escala".

Así, se resume con crudeza y claridad la visión geopolítica que sustenta la carta: un sistema internacional que permite y respalda el genocidio palestino a través de la complicidad de las potencias occidentales. Este mensaje refleja una postura antiimperialista y crítica del orden internacional vigente, que Venezuela considera profundamente injusto y sesgado a favor de los países históricamente más poderosos del capitalismo central.

Sin duda, es un argumento que constituye como base al insistente llamado del presidente Maduro de refundar el sistema de Naciones Unidas.

Asimismo reafirma de manera inequívoca que "Palestina tiene derecho a existir, a resistir, a vivir en libertad, con un Estado plenamente soberano y con Jerusalén Oriental como su capital, conforme a las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas".

Además, se insiste en que "no hay solución justa sin el fin inmediato de la ocupación, sin la anulación del régimen de apartheid, sin la reparación integral del daño infligido durante décadas".

Proposición venezolana

Como una propuesta concreta para la acción internacional, Maduro ha planteado "convocar a una Gran Cumbre Mundial por la Paz y en Contra de la Guerra, con el propósito de construir una salida colectiva y firme que detenga la masacre, desarme nuclearmente al régimen israelí y lo obligue a someterse al sistema legal internacional".

Se especifica que "esta cumbre debería estructurar una propuesta de paz justa, efectiva, duradera, nacida desde los pueblos y no desde las élites que lucran con la guerra".

Finalmente, Venezuela expresa su "respeto y respaldo a la valiente labor de la Relatora Especial de Naciones Unidas, Francesca Albanese, sobre la situación de derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados". Su reciente informe "constituye un acto de dignidad y verdad, por el cual ha sido atacada y amenazada".

Es por ello que el primer mandatario nacional le brinda su "solidaridad activa" y un "digno reconocimiento a su coraje y el llamado a que no cese en su misión, a pesar de las sanciones y de la estigmatización de la que es objeto", y enfatiza que "su voz es necesaria. Su verdad incómoda a los poderosos, pero salvará a los oprimidos".

Este apoyo simbólico refuerza la postura de Venezuela de defender a quienes se atreven a enfrentar el poder establecido, claramente de carácter colonial y trasnochadamente imperial, en defensa de la justicia y la verdad.

La carta concluye con una declaración poderosa desde Caracas: "la Causa Palestina no es un asunto regional ni religioso. Es la línea que separa la justicia de la barbarie. Es la batalla moral de nuestro tiempo".

Con esto sentencia que "defender a Palestina es defender a la humanidad misma. Callar frente a Palestina es traicionar el espíritu de todos los pueblos que han luchado por su independencia y dignidad".

De esta manera, invoca la fuerza del Libertador Simón Bolívar y la "claridad ética y política del Comandante Hugo Chávez", para reiterar "nuestra inquebrantable determinación de afianzar la lucha hasta encontrar el camino hacia la paz duradera en Palestina".

El mensaje final es un grito de esperanza, pero con compromiso: "Palestina no está sola. Venezuela está y estará siempre a su lado. Palestina vivirá. Palestina vencerá".

La misiva abierta es, sí, una carta diplomática, pero también un manifiesto ético y político que busca posicionar la defensa de Palestina como una cuestión central de derechos humanos, justicia internacional y dignidad humana. Son pocos los Estados que han hecho este tipo de declaraciones de manera oficial, aun escrito en un tono firme, emocional y profundamente comprometido.

El gobierno venezolano, así, expresa su visión del mundo basada en la resistencia a la hegemonía occidental y en la defensa de los pueblos oprimidos, y posiciona a Venezuela como un actor firme y coherente en el escenario internacional, con una política exterior basada en la solidaridad, la justicia y el antiimperialismo.

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