Jue. 08 Mayo 2025 Actualizado 9:32 am

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Donald Trump, presidente de Estados Unidos, en el Salón Oval de la Casa Blanca (Foto: Alex Brandon / AP Photo)
Continúa la previsible agenda contra Rusia

Washington abandona las "conversaciones de paz" sobre Ucrania

A pesar de que se presentó a las elecciones prometiendo resolver el conflicto en Ucrania "en 24 horas", el presidente estadounidense Donald Trump y los intereses especiales a los que sirve tenían la intención —incluso antes de asumir el cargo— de continuar la guerra en Ucrania, al tiempo que pivotaban hacia oriente para perseguir un conflicto similar con China en la región de Asia-Pacífico.

Esto se resumió en los documentos políticos del "Proyecto 2025" de la Fundación Heritage, auspiciado por corporaciones financieras y publicado en 2023. En el capítulo 4, "Departamento de Defensa", escrito por el anterior funcionario de la administración Trump, Christopher Miller, se señaló:

"Los aliados de Estados Unidos deben asumir una responsabilidad mucho mayor en su defensa convencional. Los aliados de Estados Unidos deben desempeñar su papel no solo frente a China sino también frente a las amenazas de Rusia, Irán y Corea del Norte".

Y que era importante:

Transformar la OTAN para que los aliados de Estados Unidos sean capaces de desplegar la gran mayoría de las fuerzas convencionales necesarias para disuadir a Rusia, confiando en Estados Unidos principalmente para nuestra disuasión nuclear, y seleccionar otras capacidades, reduciendo al mismo tiempo la posición de fuerzas de su país en Europa".

"Estados Unidos seguirá ejerciendo presión no solo en Ucrania sino en toda la periferia rusa, deseando crear nuevos dilemas y decisiones difíciles para Moscú, con la esperanza última de precipitar un colapso de la Federación Rusa al estilo soviético".

Apenas unas semanas después de asumir el cargo, y a pesar de que el gobierno de Trump insistía en que buscaba el fin del conflicto en Ucrania, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, entregaría una directriz contradictoria a los socios europeos de Washington en Bruselas, explicando que:

"Estados Unidos está dando prioridad a la disuasión de la guerra con China en el Pacífico, reconociendo la realidad de la escasez y haciendo concesiones en materia de recursos para garantizar que no fracase".

También señaló:

"Mientras Estados Unidos prioriza su atención a estas amenazas, los aliados europeos deben liderar desde el frente.

"Juntos podemos establecer una división del trabajo que maximice nuestras ventajas comparativas en Europa y el Pacífico, respectivamente".

Para "liderar desde el frente", el secretario Hegseth instó a Europa a gastar más en defensa, lo que incluye destinar hasta 5% del PIB de cada nación a la OTAN, así como a que Europa "redoble sus esfuerzos y vuelva a comprometerse" con "las necesidades inmediatas de seguridad de Ucrania", además de ampliar su base industrial de defensa.

Y lo que es más alarmante, el secretario Hegseth pidió que las tropas europeas sirvieran a modo de "fuerzas de paz" en Ucrania como parte de una garantía de seguridad ajena a la OTAN.

Aunque el secretario Hegseth dijo específicamente durante sus declaraciones en Bruselas que "esto no debe ser Minsk 3.0", lo que estaba describiendo no podía llamarse de otro modo.

La intención obvia era congelar lo que era y sigue siendo una fallida guerra proxy de Estados Unidos contra Rusia mediante el envío de tropas europeas a Ucrania con vistas a disuadir nuevos avances rusos. Con el conflicto congelado, Estados Unidos y Europa podrían rearmarse, ampliar sus respectivas bases industriales militares y también reequipar y reorganizar las fuerzas armadas de Ucrania hasta un momento en el futuro en que los factores sobre el terreno se inclinaran más a favor de Washington y pudieran reanudarse las hostilidades.

Una estrategia similar ha dado buenos resultados a Washington el pasado mes de diciembre en Siria, donde desde 2011 se había desatado una guerra proxy promovida por Estados Unidos. Tras fracasar en su intento de derrocar al gobierno sirio en los primeros años del conflicto, las fuerzas estadounidenses y turcas invadieron y ocuparon el territorio sirio, congelando el conflicto y proporcionando al Hegemón el tiempo para reconstruir y rearmar sus fuerzas indirectas, lo que le permitió realizar un último y exitoso avance hacia Damasco en 2024.

Tras las declaraciones del secretario Hegseth a mediados de febrero, los países europeos se pusieron inmediatamente en marcha para cumplir la directiva de Washington, con naciones como Alemania, el Reino Unido y Francia comprometiéndose a aumentar drásticamente el gasto militar, ampliar la producción industrial militar y preparar las tropas europeas como parte de una "coalición de voluntad" para entrar en Ucrania y crear una zona de contención al estilo de la tan deseada Siria.

El previsible fracaso de las conversaciones de paz de Trump

A pesar de las evidentes intenciones de Washington de salvar y, en última instancia, continuar su propia guerra proxy con Rusia, la administración Trump se hizo pasar por "mediadora" en torno a ella con el propósito de atraerla hacia un alto al fuego temporal y útil a las tropas europeas, como una ventana de oportunidad para desplegarse en Ucrania.

También se utilizaron los esfuerzos diplomáticos de Washington para presentar a Estados Unidos como un país que busca la "paz", mientras que se culpaba a todas las demás partes —incluidas Rusia, Ucrania e, incluso, Europa— de socavar un posible acuerdo.

Rusia se mantuvo abierta a las negociaciones pero se negó a hacer concesiones que permitieran a Estados Unidos concretar planes para congelar el conflicto, rearmar a Ucrania y continuar el enfrentamiento en una fecha posterior.

Como era de esperar, con las negociaciones vacías de Washington habiendo seguido su curso, el gobierno de Trump retomó final y abiertamente el asunto desde donde lo dejó su predecesor Biden, y preparó decenas de millones de dólares en acuerdos de armas con Ucrania, además de la venta de armas de los fabricantes con sede en Estados Unidos a Europa para su posterior mudanza hasta Ucrania.

La pausa en los ataques ucranianos a gran escala con aviones no tripulados y misiles utilizando armas occidentales, habilitados por activos militares estadounidenses y dirigidos por comandantes militares del mismo país —como informó el New York Times— ha terminado, con una oleada de ataques dirigidos contra Rusia, incluído el uso de varios misiles de crucero Storm Shadow británicos. Es probable que esto continúe en las próximas semanas y meses, junto con los continuos intentos de presionar la economía rusa a través de sanciones adicionales, así como la presión ejercida sobre las naciones que siguen comerciando con ella.

La lenta y constante guerra de desgaste de Rusia

Rusia, por su parte, prosigue su estrategia de desgaste. El Wall Street Journal admite que la base industrial militar rusa sigue expandiéndose, con más de 300 carros de combate principales T-90 producidos cada año, frente a los apenas 40 de 2021. Las piezas de artillería y los proyectiles también se producen en mayor número, junto con al menos tantos drones como fuentes occidentales afirman que Ucrania está produciendo o adquiriendo.

Aunque el Wall Street Journal no menciona los misiles, los ataques en Ucrania no han dejado de aumentar, lo que indica que probablemente se estén fabricando decenas de misiles tanto de crucero como balísticos lanzados desde tierra, como el Iskander, cada mes.

El mismo artículo admite que las fuerzas armadas rusas están reclutando entre 30 mil y 40 mil soldados cada mes. El Wall Street Journal admite que esta mano de obra adicional permite a las tropas rotar dentro y fuera del campo de batalla, un lujo del que no disfrutan sus contrapartes ucranianas. Las rotaciones de efectivos y una gran reserva permiten un entrenamiento más largo y mejor. La incapacidad del país para reclutar o poner en servicio un número suficiente de tropas es un factor que contribuye a la disminución de la cantidad y calidad de los soldados ucranianos, lo que a su vez conduce al colapso constante y progresivo de sus líneas.

La trayectoria actual del conflicto parece conducir a un eventual colapso de la capacidad de combate de Ucrania, lo que permitiría a las fuerzas rusas moverse relativamente sin obstáculos a través de lo que queda del territorio controlado por Ucrania. Es difícil saber exactamente si esto ocurrirá y cuándo; sin embargo, la urgencia en Washington y Bruselas por la introducción de tropas occidentales en territorio ucraniano para congelar el conflicto puede apuntar a que será más pronto que tarde.

Entre los factores determinantes figura la capacidad de Rusia para seguir eludiendo los intentos de Estados Unidos y Europa de socavar su economía, incluida la perspectiva de que buques de guerra occidentales intenten interceptar o bloquear los barcos que transportan hidrocarburos rusos. También incluye la capacidad de Rusia para seguir superando al Occidente colectivo en términos de producción industrial militar. Y mientras el país parece estar teniendo éxito en lo que respecta a la actual guerra proxy en Ucrania, Estados Unidos sigue presionándolo a lo largo de toda su periferia geográfica, política y económica.

El documento de la Corporación RAND de 2019, "Ampliación de Rusia", expone una larga lista de "medidas" destinadas a "estresar el ejército y la economía de Rusia y la posición política del régimen dentro y fuera del país". Entre ellas se incluye "proporcionar ayuda letal a Ucrania". El documento reconoce que podría obligar a Rusia a "contraescalar", como hizo en 2022, lo cual precipitaría una guerra que el documento advirtió podría "producir desproporcionadamente grandes bajas ucranianas, pérdidas territoriales y flujos de refugiados", y que "podría incluso llevar a Ucrania a una paz desventajosa".

El documento también sugería "aumentar el apoyo a los rebeldes sirios". Debido a que Estados Unidos ha aplicado estas dos medidas y muchas otras sugeridas en el documento, Rusia ha sido de hecho "ampliada". El conflicto que asola Ucrania fue priorizado por Moscú sobre el conflicto que Estados Unidos también escaló deliberadamente en Siria, forzando a Rusia a tomar la difícil decisión de sacrificar uno por el otro.

En los próximos días, semanas y meses, Estados Unidos seguirá ejerciendo presión no solo en Ucrania sino en toda la periferia de Rusia, esperando crear nuevos dilemas y decisiones difíciles para Moscú con la última esperanza de precipitar un colapso de la Federación Rusa al estilo soviético. El resultado de esta estrategia vendrá determinado no solamente por la capacidad de Rusia para contrarrestar estas provocaciones sino por su capacidad para cooperar con otras naciones-objetivo del Hegemón —entre ellas Irán y China— en aras de estabilizar y fortalecer el emergente mundo multipolar más rápidamente de lo que Estados Unidos puede socavarlo y destruirlo.


Brian Berletic es un investigador y escritor de geopolítica radicado en Bangkok, Tailandia. Colabora especialmente para la revista en línea New Eastern Outlook.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la web de New Eastern Outlook el 6 de mayo de 2025 y fue traducido para Misión Verdad por Spoiler.

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