Mié. 24 Septiembre 2025 Actualizado 12:27 pm

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Las medidas sancionatorias de Washington son "asesinas sigilosas", escurridizas y solapadas con implicaciones globales (Foto: Atta Kenare / AFP)
Según una nueva investigación

Las sanciones de EE.UU. y la UE han matado a 38 millones de personas desde 1970

Una nueva investigación revela que las sanciones impuestas por Estados Unidos y Europa han causado la muerte de 38 millones de personas desde 1970.

Estados Unidos y Europa llevan mucho tiempo utilizando las sanciones unilaterales como herramienta de poder imperial para disciplinar e, incluso, destruir los gobiernos del Sur Global que tratan de liberarse del dominio occidental, de trazar un camino independiente y de establecer cualquier tipo de soberanía significativa.

Durante la década de 1970 había en promedio unos 15 países sometidos por Occidente a medidas de este tipo. En muchos casos, ellas tenían por objeto estrangular el acceso a la financiación y al comercio internacional, desestabilizar las industrias e inflamar las crisis para provocar el colapso del Estado.

Por ejemplo, cuando el popular socialista Salvador Allende fue elegido presidente de Chile en 1970, el gobierno estadounidense impuso un brutal embargo contra el país. En una reunión celebrada en septiembre de ese año en la Casa Blanca, el presidente estadounidense Richard Nixon explicó que el objetivo era "hacer chillar la economía (chilena)". El historiador Peter Kornbluh describe las sanciones como un "bloqueo invisible" que aisló a Chile de las finanzas internacionales, creó malestar social y allanó el camino hacia el golpe de Estado respaldado por Estados Unidos, que instauró la brutal dictadura de derecha de Augusto Pinochet.

Desde entonces, Estados Unidos y Europa han aumentado drásticamente el uso de esos mecanismos. Durante las décadas de 1990 y 2000 una media de 30 países estaban sometidos a sanciones unilaterales occidentales en un año determinado. Y ahora, en la década de 2020, son más de 60, una proporción sorprendentemente alta de los países del Sur Global.

Las sanciones suelen tener un enorme coste humano. Los académicos lo han demostrado en varios casos muy conocidos, como las medidas impuestas por Estados Unidos sobre Irak en la década de 1990, que provocaron malnutrición generalizada, falta de agua potable y escasez de medicamentos y electricidad. Más recientemente, la guerra económica contra Venezuela ha provocado una grave crisis. Según un estudio, las sanciones causaron 40 mil muertes adicionales en solo un año, entre 2017 y 2018.

Hasta ahora, los investigadores han tratado de comprender el coste humano de las sanciones caso por caso. Se trata de una labor difícil que solo nos permite obtener una visión parcial. Pero eso ha cambiado con una nueva investigación publicada este año en The Lancet Global Health, que nos ofrece por primera vez una visión mundial. Dirigido por el economista Francisco Rodríguez, de la Universidad de Denver, el estudio calcula el número total de muertes excesivas asociadas con los bloqueos internacionales entre 1970 y 2021.

Los resultados son impactantes. En su estimación central, los autores concluyen que las sanciones unilaterales implementadas por Estados Unidos y la Unión Europea desde 1970 están relacionadas con 38 millones de muertes. En algunos años, durante la década de 1990, murieron más de un millón de personas. En 2021, el año más reciente del que se tienen datos, las sanciones causaron más de 800 mil muertes.

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Muertes debidas a las sanciones de EE.UU. y la UE. 1970-2021 (Foto: Global Inequality Project)
Muertes debido a las sanciones de EE. UU. y la UE, 1970-2021

Según estos resultados, cada año mueren por estas causas varias veces más personas que las que fallecen como víctimas directas de la guerra. Más de la mitad de las víctimas son niños y ancianos, las personas más vulnerables a la malnutrición. El estudio revela que, solo desde 2012, las sanciones han causado la muerte de más de un millón de niños.

El hambre y las privaciones no son un subproducto accidental de ellas sino un objetivo clave. Esto queda claro en un memorándum del Departamento de Estado redactado en abril de 1960, en el que se explica el propósito de las sanciones estadounidenses contra Cuba. El memorándum señalaba que Fidel Castro —y la revolución en general— gozaba de una gran popularidad en Cuba. Argumentaba que "se deben tomar todas las medidas posibles para debilitar la vida económica de Cuba", "negándole dinero y suministros, para reducir los salarios monetarios y reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno".

El poder de tal especie de medidas depende de su control sobre las monedas de reserva mundiales —el dólar estadounidense y el euro—, su control sobre los sistemas de pago internacionales (Swift) y su monopolio sobre tecnologías esenciales —por ejemplo, satélites, computación en la nube, software—. Si los países del Sur Global desean trazar un camino más independiente hacia un mundo multipolar, deberán tomar medidas para limitar su dependencia en estos aspectos y así aislarse de las reacciones adversas. La experiencia reciente de Rusia demuestra que este enfoque puede tener éxito.

Los gobiernos pueden lograr una mayor independencia mediante el desarrollo del comercio Sur-Sur y las líneas de intercambio fuera de las monedas principales, utilizando la planificación regional para desarrollar las tecnologías necesarias y estableciendo nuevos sistemas de pago fuera del control occidental. De hecho, varios países ya están dando pasos en esta dirección. Es importante destacar que los nuevos sistemas que se han desarrollado en China —por ejemplo, CIPS para pagos internacionales, BeiDou para satélites, Huawei para telecomunicaciones— ofrecen ahora a otros países del Sur Global opciones alternativas que pueden convertirse en una vía para salir de la dependencia occidental y de la red de sanciones.

Estos pasos son necesarios para los países que desean alcanzar un desarrollo soberano, pero también son un imperativo moral. No podemos aceptar un mundo donde cada año mueren medio millón de personas para sostener la hegemonía de Occidente. Es necesario desmantelar y sustituir un orden internacional que se basa en este tipo de violencia.


Jason Hickel es profesor del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental (ICTA-UAB), investigador visitante sénior de la London School of Economics y miembro de la Royal Society of Arts. Dylan Sullivan es doctor en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Macquarie de Sydney, donde enseña política, sociología y antropología. Omer Tayyab es economista e investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona, España.

Este artículo fue publicado originalmente por Al Jazeera English el 3 de septiembre de 2025, republicado en el Substack de Jason Hickel el 9 de septiembre de 2025 y fue traducido para Misión Verdad por Spoiler.

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