Vie. 19 Septiembre 2025 Actualizado 11:33 am

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El nuevo gobierno de Donald Trump ha hecho confluir idearios y actores que sugieren restaurar el dominio absoluto de Washington en su "espacio natural" geopolítico (Foto: Archivo)
Coerción para confinar al continente como espacio exclusivo

El peso y significado geopolítico de la "nueva" Doctrina Monroe

El gobierno estadounidense está ejecutando una nueva estrategia en Latinoamérica y el Caribe, de acuerdo con las directrices de Donald Trump y su secretario de Estado, Marco Rubio. El registro de eventos recientes en la región, por iniciativa de Washington, sugiere el desarrollo de una agenda estructurada.

De esta manera, se han desplegado un conjunto de acciones, algunas indiferenciadas, y otras focalizadas al respecto en el trato directo con países. A modo de resumen:

  • El gobierno estadounidense ha pechado con aranceles a la región en pleno, incluyendo a países "aliados", intentando cambiar las simetrías comerciales.
  • La Casa Blanca ha enfocado su política de presión comercial arancelaria especialmente contra México, país con el que comparte el espacio comercial norteamericano.
  • Trump ha construido una política de deportaciones masivas y ha instrumentado diversos mecanismos migratorios internacionales para hacerlas efectivas.
  • Se han instrumentado medidas como la derogación de los Estatus de Protección Temporal, afectando migrantes de varias nacionalidades. Se han aplicado prácticas de violación de derechos a ciudadanos de varias nacionalidades en Estados Unidos, deshaciendo las convenciones internacionales migratorias, y creó el inédito método de encarcelar a 252 venezolanos, sin juicios ni sentencias firmes, en El Salvador. Estas medidas han sido ejecutadas mediante la intimidación a gobiernos y la omisión de las protestas diplomáticas de varios países de la región.
  • Trump convirtió a El Salvador en una cárcel outsourcing, una extensión del sistema carcelario norteamericano, con la venia del presidente Nayib Bukele.
  • Estados Unidos ha afianzado su rol de convertir a Guyana en un protectorado petrolero y militar mediante nuevos acuerdos, especialmente en el ámbito militar. Esto ocurre a expensas del saqueo de recursos esequibanos bajo reclamación venezolana.
  • El gobierno estadounidense ha aplicado la regresión a medidas coercitivas económicas contra Venezuela y Cuba.
  • Se han incrementado las presiones políticas, económicas y diplomáticas contra el gobierno de Nicaragua.
  • Trump doblegó al gobierno de Panamá al reclamar supuestos e ilegales derechos históricos de propiedad de Estados Unidos sobre el canal, forzando un nuevo acuerdo con el país centroamericano.
  • Trump también renombró al Golfo de México como "Golfo de EE.UU.", reclamando la hegemonía estadounidense sobre ese espacio.
  • En franca defensa de Jair Bolsonaro, el gobierno estadounidense se ha inmiscuido directamente en las decisiones de las instancias judiciales de Brasil, creando una confrontación política, inaugurando sanciones contra funcionarios de Brasil y aplicando medidas arancelarias por el orden de 50%.
  • Trump también emitió una Orden Ejecutiva que ha declarado a Brasil como una "amenaza inusual y extraordinaria" para la seguridad de Estados Unidos.
  • En nombre de la supuesta lucha contra el narcotráfico, Estados Unidos retiró selectivamente una certificación favorable a Colombia por sus esfuerzos en la lucha contra ese delito. Esto es considerado una medida de tipo política contra el gobierno de Gustavo Petro.
  • Funcionarios estadounidenses han arengado la posibilidad del bombardeo de territorio de México, Colombia y Venezuela, supuestamente en el marco de la lucha contra el narcotráfico.
  • Estados Unidos ha posicionado embarcaciones, aviones estratégicos y tropas en el Caribe, con énfasis en Puerto Rico, las Antillas Holandesas, Trinidad y Tobago y Guyana, en un posible planteamiento táctico-militar con el fin de ejecutar un cambio de régimen en Venezuela. Funcionarios estadounidenses –especialmente parlamentarios electos en Florida– han instado a la captura o ejecución de magnicidio contra los máximos representantes del gobierno venezolano, bajo falaces señalamientos de narcotráfico.

Esta extensa lista, que refiere solo las acciones dirigidas a Latinoamérica y el Caribe, es un acumulado de apenas meses. Lo cual sugiere que, efectivamente, la Casa Blanca está estructurando un enfoque de gran significado e importantes derivaciones en su llamado "patio trasero".

El contexto es claramente de agresividad multiforme dirigida hacia el continente, especialmente la región latinoamericana y caribeña.

ENFOQUE COMPARTIDO

En enero de este año, al apenas asumir su cargo, Marco Rubio cuestionó que durante mucho tiempo el gobierno estadounidense se haya centrado mucho tiempo en otras regiones "y hayan pasado por alto la nuestra", señalando un "descuido del hemisferio occidental".

Este punto es el principal elemento distintivo del enfoque en política exterior de Washington en esta etapa. Y parece que esta directriz cuenta con un importante consenso entre los actores constructores de política en Washington.

Un elemento ilustrativo de esto viene del embajador y enviado especial de Trump, Richard Grenell, firme defensor del enfoque MAGA (Make America Great Again). Hace poco Grenell lamentó la "negligencia de los gobiernos estadounidenses que han ignorado a toda esta región", dijo, al participar en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), que se celebra en Paraguay.

Grenell opinó que Trump "está cambiando esa situación junto a su secretario de Estado, Marco Rubio", aclarando que el perfil de la política hacia la región es un asunto compartido entre halcones (sector que representa Rubio) y MAGA.

Sobre esta nueva estrategia, Grenell indicó que "todos ustedes (los paraguayos) se están beneficiando de que de repente tengamos un gobierno estadounidense que quiere competir, desplazar a China y tener una mejor relación con Paraguay", enfatizó el funcionario, al dirigirse a los asistentes.

Los elementos centrales de la política de Trump para la región sugieren un resurgimiento de la vieja Doctrina Monroe, basada en la premisa de "América para los americanos", del presidente James Monroe en 1823.

Si bien la tesis surgió para "proteger" los intereses de las nuevas naciones libres americanas del colonialismo europeo, la Doctrina tuvo otra re-interpretación y ejecución durante el siglo XX. Estados Unidos le daría el perfil de defender los "intereses americanos" durante la Guerra Fría y alejar a los países de la región del comunismo y la influencia de la extinta URSS. O bien para defender los intereses de las empresas estadounidenses, para lo cual cooptaron o sometieron gobiernos en la región para ejercer el saqueo de recursos e imponer el Consenso de Washington (1989) mediante golpes de Estado, invasiones o la creación de conflictos armados.

En todos los casos, Estados Unidos se basó en su poder de fuerza (militar, económica, política) o en su poder de coerción para imponer sus intereses en el contexto de las relaciones internacionales en la región. O para, simplemente, "torcer el brazo" de diversos países y gobiernos, Barack Obama dixit.

NO ES SOLO LA FUERZA, ES EL DECLIVE

La postura compartida entre el sector MAGA y el sector conservador tradicional (halcones) estadounidenses obedece a visiones y enfoques estratégicos arraigados, desde hace mucho, en la estructura del pensamiento y del poder en Estados Unidos.

Ambos sectores evocan claves esenciales, como el Destino Manifiesto, la "conquista del Oeste" y la Doctrina Monroe como elementos fundacionales de su país y componentes de su "grandeza". "Hacer Grande a EE.UU. de Nuevo" sugiere volver a las raíces del propio modelo neo-colonial estadounidense, Made in XX Century, que permitió el surgimiento de ese país como superpotencia.

En otras palabras, la crisis de pérdida de hegemonía que se está produciendo justo ahora en Estados Unidos ha hecho que sus pensadores, políticos y constructores de políticas busquen las claves de su "grandeza" en los viejos códigos y enfoques de política exterior (económica, militar) que aplicaron en su vieja área de influencia del pasado.

Centros de pensamiento, como The Heritage Foundation (think tank conservador, autor principal de Project 2025), ha propuesto una "nueva Doctrina Monroe" para "rejuvenecer el hemisferio", construir "una nueva era dorada" mediante la reorientación de cadenas de suministro hacia América Latina, "contrarrestando la influencia china" y promoviendo la estabilidad económica. Según señalan, Trump no busca imperialismo, sino "seguridad estadounidense" al limitar amenazas en el hemisferio y logrando el aseguramiento y afianzamiento de su espacio económico.

Esta tesis explica, por ejemplo, el surgimiento de la política de aranceles como estrategia de diseño de las relaciones económicas internacionales. Estados Unidos no compite ahora, no promueve el libre mercado ni el fin de los gravámenes.

Ahora, Estados Unidos es más proteccionista, emplea mecanismos restrictivos para rediseñar las cadenas de suministro, exige inversiones foráneas en su territorio e intenta, por vía de decretos y aranceles, modificar su balanza comercial, que le es desfavorable. La armamentización del comercio se emplea para reanimar la base industrial gringa y retener al dólar estadounidense como moneda de principal uso a nivel global.

La estrategia no es puramente comercial. Según The American Enterprise Institute (AEI), Trump está instintivamente renovando la doctrina Monroe clásica para "defender el hemisferio contra incursiones chinas". Esta agenda tiene puntos de parada críticos, como el Canal de Panamá, o anexar a Groenlandia y a Canadá, por tratarse de espacios claves para la proyección de Estados Unidos al Ártico como nuevo espacio del interés geoestratégico global.

Dicho de otra forma, Estados Unidos está cambiando su relación física-concreta con el continente. El despliegue político estadounidense en Panamá, los aranceles, anexar Groenlandia, renombrar el Golfo de México y ahora con la ocupación militar en el Caribe, hay una nueva forma de interacción agresiva de Washington por el espacio territorial, el control de las infraestructuras, la lucha por el espacio geoeconómico y la imposición de nuevos imperativos en materia de seguridad (con un ahnelado cambio de régimen en Venezuela, que sería extensivo a Cuba y Nicaragua).

Esta no es una suposición basada en los traumas de los latinoamericanos de izquierda, ni un análisis de tiempos de la Guerra Fría. Esto es promovido abiertamente hoy por instancias como America First Policy Institute (AFPI), enfocado en la "grandeza nacional" y que proponen para Estados Unidos el empleo del continente como "espacio exclusivo". Este poco conocido grupo tiene entre sus miembros a varios personeros en el gabinete de gobierno de Trump.

El vicepresidente J.D. Vance mencionó en julio pasado ante el Claremont Institute que Estados Unidos debía recurrir a sus raíces, al Destino Manifiesto, para "domesticar a este continente salvaje". Vance, sin tapujos, refirió la necesidad de la "dominación regional" como un punto central de la seguridad hemisférica y "defensa de la civilización occidental".

Los actuales constructores de política de Estados Unidos creen que pueden relanzar la hegemonía de su país desde las mismas bases físicas-territoriales (geoeconómicas) del pasado. Ideológicamente hablando, no hay nada nuevo aquí, solo nostalgia por la hegemonía que una vez fue.

El contexto geopolítico actual dista mucho de 1950 o del mundo de la postguerra. Han pasado más de 70 años y la globalización ha rediseñado la geoeconomía planetaria, especialmente al configurarse una nueva estructura comercial, industrial, de cadenas de suministros, de contrapesos políticos y factores de influencia.

Pero esto no quiere decir que no haya lugar en el mundo actual para las trasnochadas ideas del actual gobierno estadounidense. La apuesta de Estados Unidos podría tomar forma desde la "bloquización" del mundo, tal como está ocurriendo.

Las tensiones políticas, tensiones comerciales, políticas proteccionistas, rivalidades entre potencias y el surgimiento de nuevos bloques económicos están acelerando fenómenos que orientan la reconfiguración de las cadenas de suministros globales hacia sistemas más localizados o alineados a las alianzas estratégicas. Estados Unidos desea navegar esa contradicción y la administración Trump la acentúa con sus políticas.

A su manera, Estados Unidos pretende encontrar su lugar en la multipolaridad, lidiando con la inercia de declive y fin de la unipolaridad que afianzó a ese país como hegemón. Ello supone –al menos desde la perspectiva del gobierno de Trump– un repliegue de otros espacios geopolíticos y volver a su área de "influencia tradicional", de donde, técnicamente, nunca se han ido del todo.

La consigna de "Make America Great Again" es una aceptación del declive multiforme estadounidense. Siendo la multipolaridad y la bloquización procesos metabólicos objetivos (inevitables) de la configuración geopolítica actual, es lógico que esas fuerzas de gravedad empujen a Estados Unidos de vuelta a un espacio donde sigue ejerciendo influencia política y económica, un espacio donde además pretende ejercer su poder físico-concreto, ahora en formas más agresivas, mediante un amplio abanico de instrumentos de coerción.

Lo que ocurre es resultado del proceso cinético del cambio de era. A partir de la reducción de su fuerza y capacidad de mediar su poder e influencia con gran consistencia en otras latitudes, Estados Unidos regresa a un espacio sometido sistemáticamente al ablandamiento (término militar que refiere la acción o efecto que consiste en reducir la resistencia del enemigo, preparándose el terreno para una posterior ofensiva). El sheriff vuelve por más recursos naturales, más relaciones desiguales, más hegemonía económica, más control militar y más reafirmación de su modelo político-civilizatorio.

Si el declive de Estados Unidos se sigue consumando al ritmo actual, la región latinoamericana y caribeña será un espacio donde la resistencia al declive norteamericano se ejecutará con gran consistencia. Este ciclo regresivo está demostrando ser bastante peligroso. Es lo que está ocurriendo justo ahora.

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