Este era el ánimo de la Moscú informada, a apenas pocas horas antes de las renovadas "negociaciones" kabuki entre Rusia y Ucrania en Estambul. Tres puntos claves.
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El ataque a los bombarderos estratégicos rusos —parte de la tríada nuclear— fue una operación conjunta Estados Unidos-Reino Unido. En especial el MI6. La estrategia e inversión tecnológica fue suministrada por este combo de inteligencia.
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Queda patentemente sin aclarar si Trump en realidad está a cargo, o no. Esto me lo explicó por la noche una fuente de inteligencia de primera; agregó que el Kremlin y los servicios de seguridad estaban activamente investigando todas las posibilidades, en especial quién dio la luz verde final.
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Un consenso popular casi universal: liberen los oreshniks. Junto a oleadas de misiles balísticos.
Predeciblemente, el kabuki en Estambul vino y se fue como un espectáculo de mal gusto, con todo, con la delegación ucraniana en uniforme militar y el ministro de Defensa Umanov incapaz de siquiera hablar inglés mediocre en una rueda de prensa desastrosa luego de la breve reunión de una hora y 15 minutos. La cancillería turca épicamente describió al kabuki como concluyendo "no de forma negativa".
No se discutió nada estratégico o políticamente sustancial: tan solo el intercambio de prisioneros. Adicionalmente, el ánimo en Moscú era que el principal negociador Mendinsky debió haber presentado un ultimátum, y no un memorando. Como un ultimátum fue interpretado, predeciblemente, por el pedigüeño de Banderastán; pero lo que en realidad entregó Mendinsky a los ucranianos era un memorando para una hoja de ruta de facto, en tres secciones, con dos opciones para las condiciones del cese al fuego y 31 puntos, buena parte de ellos expresados a detalle por Moscú desde hace meses.
Ejemplos: la primera opción para un cese al fuego debería ser una salida total del ejército ucraniano de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporozhie, en un plazo de 30 días; reconocimiento internacional de Crimea, el Donbás, Novorrusia como partes de Rusia; neutralidad ucraniana; elecciones y luego la firma del tratado de paz, aprobado por una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU legalmente vinculante (cursivas mías); y un veto a la recepción y despliegue de armas nucleares.
Por supuesto, nada de eso será jamás aceptado por el grupete remojado de terrorismo en Kiev, las organizaciones neonazis que lo controlan, y los apoyos guerreristas del variado y fragmentado Occidente colectivo. Así que la Operación Militar Especial continuará. Posiblemente lo que queda de año hasta 2026. Junto a versiones extra del kabuki de Estambul: la próxima podría darse a finales de junio.
El kabuki actual, casualmente, es el último cartucho de Kiev para retener cierto grado de "soberanía" díscola. Como el canciller Lavrov ha venido repitiendo, todo en realidad se decidirá en el campo de batalla.
Cómo destruir el tratado New Start
Ahora sobre el ataque a una rama de la tríada estratégica rusa, que empantanó la propaganda de los medios en capas y capas de histeria estratosférica.
Ha quedado claro más de una vez por qué Rusia dejó desprotegidos sus bombarderos estratégicos en la pista de aterrizaje. Porque ese era un requisito del Nuevo Start (Tratado de reducción de armas estratégicas), firmado en 2010 y extendido hasta febrero del año que viene —cuando quedará sepultado, tomando en consideración lo que acaba de pasar—.
El Nuevo Start estipula que los bombarderos estratégicos deben estar visibles para "los medios de verificación técnicos nacionales (NTM, por sus siglas en inglés), como la imaginería satelital, para permitir el monitoreo de la contraparte". Así que su estatus —con armas nucleares o convertido a usos convencionales— siempre debe ser verificable. Sin chance para un primer ataque "sorpresa".
Esta operación por sí sola voló lo que era, hasta ahora, una reliquia decente de la Guerra Fría que evitaba el inicio de la Tercera Guerra Mundial a través de un mecanismo simple. La osadía implicada en esto se pierde de vista. Por lo que no hay sorpresa en que la cúpula del poder en Rusia —del Kremlin al aparato de seguridad— esté febrilmente trabajando para determinar si Trump estaba en conocimiento o no. Y si no lo estaba, ¿quién dio la luz verde?
Una fuente de seguridad me dijo que fue el secretario de Estado Marco Rubio quien llamó a Lavrov, y no al revés, para ofrecer sus condolencias por el ataque terrorista contra el puente ferroviario en Briansk. Ni una palabra en absoluto sobre los bombarderos estratégicos. En paralelo, el excomandante de pelotón en Irak, luego busto parlante de Fox News convertido en jefe del Pentágono, siguió los ataques a las bases rusas en tiempo real.
Respecto a la eficacia de esos ataques, más allá del ruido propagandeado alegremente hasta morir. Varios estimados opuestos apuntan a posiblemente tres bombarderos estratégicos Tu-95M9 —conocidos como "los osos"— impactados en la base de Belaya en Irkutsk, más uno de ellos parcialmente dañado, y otros tres T-22M3, dos de ellos irreparables. De los tres Tu-95MS, los incendios parecen ser localizados, para que pudieran repararse.
En la base de Oleny, en Murmansk, otros cuatro Tu-95MS pudieran haber sido atacados, más un An-12.
Tal como parece (as it stands), hasta este fin de semana que pasó Rusia tenía 58 Tu-95. Incluso se pueden dar por perdidos cinco de ellos; es menos de 10% de su flota. Y eso sin contar 19 Tu-160 y 55 Tu-22M3M. De las cinco bases que supuestamente fueron atacadas, el éxito solo se dio en dos.
Estas pérdidas, dolorosas como pudieran ser, simplemente no afectarán próximos ataques de las fuerzas aeroespaciales rusas.
Ejemplo: el arma convencional que carga un T-95MSM es el misil crucero X-101. Un máximo de ocho por cada misión. En los ataques más recientes no más de 40 misiles han sido lanzados simultáneamente. Esto implica solo 6 Tu 95MSM listos para volar con vistas a ejecutar ataques tan intensos como en los días y semanas anteriores. Los Tu-160, además, ni siquiera han sido empleados para los ataques más recientes.
Evaluando la máxima estrategia
Al momento de escribir esta nota, no ha recibido luz verde la inevitablemente devastadora respuesta rusa. Esto es muy serio. Incluso, de ser cierto que el presidente de Estados Unidos no estaba informado, y eso es de lo que el Kremlin y los servicios de seguridad quieren estar seguros antes de desencadenar el infierno desde arriba sobre Kiev, aun así los contornos de una operación OTAN quedarán claros: Estados Unidos/Reino Unido, directamente dirigidos por el combo CIA/MI6, con Trump beneficiado por negación plausible y Ucrania destrozando el protocolo Start.
De haber autorizado Trump estos ataques, esto constituiría nada menos que una declaración de guerra de Estados Unidos a Rusia. Así que el escenario más probable sigue siendo un Trump vendado por los neocons enquistados en los distintos silos privilegiados y desperdigados en todo el Washington oficial.
Tanto como el ataque a los radares de alerta temprana Voronezh-M en mayo pasado, un ataque a los bombarderos estratégicos encaja en el escenario de perforar incrementalmente el sistema ruso para provocar una inhabilitación adelantada de un primer ataque nuclear. Los aspirantes a Doctor Extrañoamor fantasean con este escenario en sus sueños más alocados desde hace décadas.
Como cuidadosamente lo confirmaron unas fuentes, la interpretación predominante entre la cima del poder ruso es aquella de una operación publicitaria forzando una respuesta dura —posiblemente nuclear—, emparejada con la retirada de Moscú del kabuki de Estambul.
Hasta ahora, la reacción ha sido bastante metódica: silencio total, una investigación amplia y extensiva, llevar con inercia los eventos en Estambul.
Pero no hay dudas de que la respuesta —inevitable— va a requerir de máxima estrategia. Si la respuesta se ajusta a la doctrina nuclear rusa ahora actualizada, Moscú arriesga perder el apoyo casi unánime del Sur Global.
Si la respuesta es tibia, el contragolpe doméstico será enorme. Existe un consenso casi universal sobre "liberar a los oreshniks". La opinión pública se está hartando seriamente de ser objeto de ataques terroristas seriales. La hora de la decisión fatídica se está retrasando.
Lo que nos trae al dilema final. El poder ruso está meditando cómo derrotar al guerrerista Occidente colectivo sin provocar la Tercera Guerra Mundial. Inspirado en China, una solución pudiera encontrarse a través de una alianza remixeada de Sun Tzu emparejado con Lao Tsé. Tiene que haber una manera —o capas de maneras— para destruir las habilidades de un enemigo nihilista y carente de estrategia y voluntad para librar la guerra eterna.
Publicada originalmente en inglés en Strategic Culture Foundation el 3 de junio de 2025, la traducción para Misión Verdad la realizó Diego Sequera.