En el marco de las próximas elecciones regionales y parlamentarias del 25 de mayo, el chavismo y las fuerzas opositoras participantes han construido diferentes grupos de candidatos y ofertas electorales.
Estas fuerzas políticas han planteado estrategias de cara a unos comicios que reformarán y definirán las correlaciones políticas en regiones de Venezuela durante los próximos años. Además, el resultado electoral definirá las dinámicas de las organizaciones con fines políticos en el contexto de la Asamblea Nacional, el espacio de representación parlamentaria más relevante del país.
La cita de mayo podría considerarse una megaelección por el significado y peso de los cargos sujetos a medición.
Para el chavismo, el 25 de mayo representa una oportunidad de afianzar la conducción política y el ejercicio del gobierno en diversos niveles, mientras que, para los sectores opositores participantes, prevalece la lógica supervivencial de dirigentes y organizaciones en busca de espacios y cargos frente a la necesidad de recomponer y organizar su base de apoyo.
LA DISPUTA POR LAS GOBERNACIONES
La oferta electoral del chavismo en cuanto a candidaturas tiene diversos componentes. El primero de ellos es la ratificación de líderes regionales que van a la reelección, por haberse situado como liderazgos conductores y/o por haber realizado una gestión satisfactoria en el cargo.
Este es el caso de los estados Carabobo, Anzoátegui, Falcón, Amazonas, La Guaira, Portuguesa, Trujillo y Táchira, siendo algunos de estos bastiones históricos del chavismo.
Sin embargo, en diversas regiones como Mérida, Miranda, Aragua, Apure, Delta Amacuro, Zulia y Bolívar, figuran novísimos liderazgos. Esto, por el grupo de edad al que pertenecen algunos candidatos, o porque nunca antes han disputado o ejercido el cargo de gobernador.
Este componente sugiere un recambio del liderazgo dirigente regional. Es claro el rasgo de refrescamiento de la grilla de dirigentes, pero también es referente de desplazamiento generacional y de cambios de abanderado por necesidades intrínsecas a los estados.
En Barinas y Lara hay excepciones, por ofrecer candidatos veteranos que ya han ejercido el cargo de gobernador.
Entretanto, del lado opositor, existe una dispersión de la oferta electoral en todos los estados.
El grupo más sobresaliente de dirigentes es el que comprende a los cuatro gobernadores antichavistas que van a reelección, tal como es el caso en Zulia, Barinas, Nueva Esparta y Cojedes.
Las candidaturas opositoras también están compuestas, en gran medida, por alcaldes o exalcaldes, diputados o exdiputados, así como parlamentarios regionales, que ahora aspiran a la gobernación, tal como se aprecia en Mérida, Carabobo, Monagas, Delta Amacuro, Trujillo, Portuguesa, Apure y Yaracuy.
Las alianzas territoriales entre las organizaciones opositoras son diversas, pero predomina la tendencia de dos grupos; el primero de ellos es el de aquellas tarjetas que hicieron parte de la coalición Alianza Democrática.
El segundo es una formación con Un Nuevo Tiempo (UNT), la tarjeta Alianza Cambio, y la plataforma que ha formado Henrique Capriles, Red DECIDE (Red Defensa Ciudadana de la Democracia), la cual no es formalmente un partido político.
Muchos activistas de Red DECIDE provienen de Primero Justicia (PJ) y apoyaron a Capriles en la pasada confrontación interna por la conducción de ese partido.
Este movimiento apoya a Juan Requesens en Miranda y ha presentado, junto a UNT, candidatos en La Guaira, Falcón, Táchira y Guárico, entre otros estados.
Lo que es claramente apreciable en esta correlación de candidaturas, chavistas y opositoras, es que en diversas proporciones ha habido un desplazamiento de viejos liderazgos, mientras que factores emergentes han irrumpido en lo que es, sin duda, un relevo entre dirigentes.
Entre el chavismo, esto ha ocurrido mediante procesos de base y nombramientos desde las estructuras territoriales.
En las oposiciones, esto ha ocurrido por vacío en el espacio político, agotamiento de figuras dirigentes tradicionales o inacción por abstencionismo de algunos actores.
LOS FACTORES ADVERSOS
Para el chavismo, una de las más grandes dificultades que le aguardan en este proceso electoral es el clima de incertidumbre económica que se ha incrementado en lo que va de año.
El recrudecimiento de medidas coercitivas unilaterales contra el país, la cancelación de licencias petroleras y hasta la imposición de aranceles a Venezuela han afectado el panorama económico.
Esto se ha traducido en nuevas fluctuaciones de los tipos de cambio paralelos y oficial, así como un incremento de los precios en bienes y servicios.
Las dinámicas económicas influyen en los estados anímicos, especialmente por el incremento del pesimismo entre diversos segmentos de la sociedad.
El chavismo tendrá que apoyarse en su orgánica territorial y sectorial para desplegar su movilización electoral, de cara a un proceso que, como es usual en las elecciones regionales, tendrá niveles de participación inferiores que en presidenciales.
Las oposiciones presentes en la coyuntura electoral luchan a contracorriente, no solo contra el chavismo. Lo hacen enfrentando a otros sectores y grupos antichavistas, entre estos el ala extremista que hoy abanderan María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, defensores de la abstención.
Este sector ha logrado posicionar la incertidumbre y la desconfianza electoral entre diversos segmentos de la base antichavista, al no resultar favorecidos el 28 de julio de 2024.
Además, concurre la desarticulación de facto —quizá definitiva— de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), coalición de partidos que les apoyaron en las presidenciales.
Este contexto implica una pérdida de la cohesión política, acentúa el abandono del espacio político regional por parte de ciertos partidos y dirigentes, y debilita las condiciones generales de los candidatos presentes.
Gran parte de la base opositora podría verse cautiva, sumida en la inamovilidad política y la apatía.
Si bien las elecciones a gobernadores son muy importantes para el desarrollo de la gestión de gobierno en las regiones, lo cual incide directamente en la vida de la población, este elemento no parece ser completamente aglutinante o estimulante para algunos simpatizantes de la derecha.
La estrategia para este sector consiste en convencer a sus bases de rescatar o defender los espacios políticos, de organizarse y reconstruir el tejido político opositor.
LA MODIFICACIÓN DEL MAPA ELECTORAL
Seguramente el resultado de las elecciones de mayo propiciará un cambio, claramente parcial, del mapa político y de los espacios de representación en el país, tal como existen en la actualidad.
El chavismo tiene las mejores probabilidades para hacerse de la mayoría de los cargos en las elecciones de gobernaciones. En sus mejores momentos, las oposiciones apenas han alcanzado un tercio de estos cargos.
Considerando las condiciones desalentadoras que hay hoy para los divididos partidos de la derecha, en lo que se podría considerar como la época de peor situación del antichavismo, el resultado podría ser previsible.
No obstante, lo importante de los resultados será el saldo sustantivo en cada región. El factor común en muchos estados es la confrontación entre dirigentes con carreras políticas en ascenso, el recambio entre abanderados de los partidos y la recomposición de las dinámicas en los mismos partidos políticos, al menos en escalas regionales.
El chavismo necesitará gobernadores capaces de afrontar, junto al gobierno nacional, una nueva etapa de presiones externas y modificaciones del presupuesto nacional para afrontar el contexto económico.
Mientras que las oposiciones lucharán por cargos para, desde ellos, intentar recomponer sus fuerzas políticas y construir condiciones de unidad sobre las ruinas de su más reciente debacle.
María Corina Machado ha arrastrado al abismo a sectores opositores enteros, al guiarlos a agendas fallidas, a la abstención, a una nueva deslegitimación por solicitar sanciones criminales contra el país y por defender la reedición de un nuevo protogobierno en el exilio, encarnado en Edmundo González.
Esto profundiza las divisiones orgánicas opositoras, haciendo imposible una estrategia única y coherente. Por lo tanto, la cita de mayo adquiere una cualidad vital para los grupos que desean construir una agenda desde el ejercicio de la política en el terreno.