Mié. 04 Junio 2025 Actualizado ayer a las 6:38 pm

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¿Qué país somos, de qué dependemos, qué tenemos? (Foto: El Cayapo)

Nunca más nos robarán el futuro

1. Parece que no, pero sí tienen que ver las nalgas con las pestañas

A pesar de contar con un gran respaldo popular en los primeros años de gobierno, para sostener el poder del Estado en sus manos los adecos y copeyanos tuvieron que asesinar a once mil personas y nunca lograron la estabilidad política en Venezuela, mientras se deterioraron como opción gobernante. Sus oponentes de izquierda nunca tuvieron un plan definido de país y rápidamente, en menos de diez años, fueron sometidos por la vía del asesinato, las desapariciones forzadas, la cárcel, la tortura, el exilio y las captaciones de altos dirigentes al sistema.

Nunca sufrieron sanciones, acosos, bloqueos económicos, y siempre contaron con el apoyo de la OEA, la ONU y demás instituciones del liberalismo mundial, pero fundamentalmente contaron con el respaldo de la más grande y pujante maquinaria militar, política, cultural, industrial, ideológica, que el mundo haya visto alguna vez. Hablamos del humano-capitalismo administrado en los Estados Unidos de Norteamérica y Europa.

Los adecos y copeyanos nunca tuvieron una idea de país, sino servirles a las grandes petroleras como sus políticos de turno.

2. Al humano-capitalismo le conviene que PDVSA sea su perrita

PDVSA es una construcción industrial burguesa. Fue pensada y construida para resolverle problemas a las grandes transnacionales del petróleo. Fue el instrumento ideal para darle continuidad al saqueo del petróleo en Venezuela por parte de las grandes transnacionales, quienes ya tenían trazado el mapa del reparto. Esa es la razón de 1989, y de la guerra civil tatuada en nuestras frentes que desde el 4F1992 el gobierno intenta evitar por todos los medios.

Algunos de los gerentes y tecnócratas que trabajan en PDVSA desean trabajar en la ExxonMobil, Chevron o cualquier otra transnacional, se sienten avergonzados de trabajar en PDVSA; política y afectivamente no se sienten parte de una empresa que sostiene a un país por construir, sino que siguen motivando la meritocracia y la tecnocracia, mientras por desidia e interés meramente individualista abandonan el compromiso con el país, asumiendo posiciones a favor de las transnacionales.

Ejemplo uno: los trabajadores de planta saben, mucho antes del paro petrolero, que ellos pueden reparar válvulas, que no necesitan ir a Siemens para ponerlas a funcionar y no hay manera de que los tecno-merito-burócratas lo entiendan.

Ejemplos dos y miles sobran sobre la necesidad de mirarnos y construirnos desde adentro, abandonando el servilismo a las transnacionales.

Todas las gerencias hasta ahora conocidas en PDVSA nunca han tenido una idea de país, por eso desconocen la historia de quien construyó PDVSA, para qué la construyeron, cuáles eran los objetivos de quienes la construyeron, de la conversión, la nacionalización, la apertura petrolera y la decisión de Chávez de convertir a PDVSA en empresa de la nación; nacionalizar realmente el petróleo, porque su único interés es servirles como gerentes a las grandes transnacionales del petróleo, por eso no les importa que estas destrocen totalmente a PDVSA. ¿Viste que sí tiene que ver el culo con las pestañas?

Esto nos lleva a la pregunta de si somos un país. ¿Qué país somos, de qué dependemos, qué tenemos, cómo funcionan las universidades, a qué profesionales forman, qué son los gremios, los partidos, los artistas, a dónde nos conduce el esfuerzo que está haciendo la dirección política-militar acompañada de la población sensible para llevar adelante la idea propuesta por Chávez, la posibilidad de construir un país? Para evitar que se diluya en decisiones de burócratas, de tecnócratas, de meritócratas, de políticos trepadores, saltimbanquis, que no tienen ni media idea picada por la mitad en el cerebro.

Vale la pena hacer un estudio serio, discutir, conversar; estamos en un tiempo complicado, difícil, en medio de una guerra internacional, donde los dueños buscan llevarnos a una guerra civil en Venezuela, destruir el Estado, el territorio, generar el gran caos, para quitarnos el petróleo, el gas, el coltán. Esto no lo podemos evitar con el solo “viva la patria, viva el socialismo, patria o muerte, venceremos”.

Se trata de construir un país, y eso requiere una decisión política para definir quiénes somos, para dónde vamos si vamos, dónde nos sembramos, si queremos echar raíces, cómo nos construimos, quiénes se oponen, porque dejar de ser imitadores de copiadores, esperando que alguien haga algo en el extranjero para nosotros aplaudirlos como safricos; mirarnos, buscarnos, construirnos hacia adentro: eso es de lo que se trata ser venezolano, y en eso PDVSA, el petróleo, el hierro, el oro, el coltán y la gente jugamos un papel fundamental. Debemos tener definiciones.

Si no sabemos quiénes somos, no podemos construirnos como otra posibilidad cultural; no podemos depender de unas elecciones, ni de si el petróleo se puso barato o se puso caro, o del oro, el coltán, el agua; si nos invaden o no; porque eso no lo controlamos. La burguesía puede tolerarnos hoy, siempre y cuando esté débil, pero si la burguesía recupera su fuerza vendrá con todo y no perdonará que tengamos Constitución, partido, que seamos buena gente, no. Ya nos construyó un expediente en contra: somos una dictadura, un monstruo, desangrando, asesinando un país. Ya ese relato está en la calle y todos los días lo repiten en sus redes. Los venezolanos esclavos que vivimos aquí en este territorio necesitamos definir realmente esa situación.

Nosotros debemos saber que ellos nunca, jamás de los jamases, nos aceptarán porque defendemos y ejercemos los derechos humanos, ni porque votamos y somos democráticos. Hoy nos toleran porque ellos son débiles, no porque tenemos petróleo, oro o fuerza para negociar, no. Es porque estamos dispuesto a morir con las botas puestas, y aun en esa debilidad han intentado invadirnos, asesinarnos, robarnos.

La democracia y su manipulación es el juego de ellos; todo el mundo debe entender que la democracia no la crearon ellos para que los esclavos jugáramos truco en sus mesas de juego, sino para repartirnos como botín. En su mesa solo somos los granos de maíz que ellos se reparten.

La democracia la venden como una participación colectiva en las decisiones y definiciones de un país, pero la democracia la inventaron los dueños y la ejercen a través de acciones, en las empresas. La democracia se aplica cuando van a elegir al presidente, al dueño de una empresa, votan los accionistas; puede haber diez millones de accionistas, pero si uno tiene el cincuenta cero uno por ciento de las acciones, gana esas elecciones; puede haber votado un millón en contra, pero el señor tiene 50,05 en acciones, es el ganador y nadie lo discute o canta fraude: eso es prístino, cristalino, como el agua del manantial. La democracia la inventaron criminales, estafadores, charlatanes, empresarios, ladrones, invasores, saqueadores, piratas, perros del mar, bucaneros y otros libertarios que pagaron a leguleyos, picapleitos y tinterillos de toda miseria para que pulieran y embellecieran la tragedia.

La democracia la inventaron en un barco pirata bajo la premisa de igualdad, libertad y fraternidad entre quienes se reparten el botín. Era un acto libertario que se podía practicar allí donde todo el mundo estaba claro que todos eran criminales y ladrones, saqueadores, asesinos; nadie tenía duda de su sociedad, nadie usaba para robar, el disfraz de papa, cura o rey; allí había nacido la bella y democrática sociedad burguesa.

Nosotros los esclavos no podemos jugar esa lotería de la democracia permanentemente, porque la democracia no la inventamos nosotros, ellos lo hicieron para repartirse a los esclavos, que es absolutamente diferente, porque la democracia es de ellos, la política es de ellos, la filosofía es de ellos, la plata es de ellos, el aparato de producción es de ellos y los derechos humanos son de ellos, no de nosotros los esclavos.

En adelante, nos heredaron esta tragedia como ilusión, como quimera, como un tente en pie, mientras se fortalecían como dueños en esta mina bautizada por ellos con el remoquete de patria-república.

3. Patria-república

Idea romántica encajada en el cerebro de los sin nada, nacida de la violación, el crimen y el saqueo, cuando la burguesía venció al clero y se repartieron a Europa y sus dominios ultramarinos, instaurando al dios capital-humanismo que finalmente organizó al mundo a su imagen y semejanza. En adelante estandarte coloniero de la muerte y el dolor, que desangra al mundo en nombre de la opulencia.

Patria-república, estaca traída de paquetico, clavada en el corazón de estas tierras como panacea de todos los males en las minas. Tinglado titiritesco, que podían dominar a su antojo desde allende los mares, como las nuevas y deslumbrantes cuentas de vidrio; libertad, democracia, igualdad, progreso, civilización, signos distintivos del humanismo. Faro guía en la mina, desde donde se trasiega riqueza hacia el puerto seguro del capitalismo imperial.

Patria-república navegante que nunca llegará a buen o mal puerto, siempre en naufragio, a la deriva, en crisis impuesta, que cíclicamente arruina, hambrea, masacra, y cada vez que se presagia algún puerto, el humanismo cambia las reglas del juego; y de nuevo a las grandes tormentas, al abandono, sin raíz, siempre temerosa a que las grandes borrascas la trambuquen, al si te he visto no me acuerdo.

Patria-república que mira impotente cómo el capitalismo saca de raíz a sus hijos de la tierra fértil, implantando su poderoso señorío de fábricas contaminantes a beneficio de tahúres y estafadores, disfrazados de pretendientes, mintiendo con el de pena muero por tu amor. Patria-república prisionera, con todo y eso, refugio de abandonados y solitarios migrantes del corazón, llegados de otros confines. Patria adolorida, en exceso lastimada y sin ojos que por ella lloren sus dolores, esperando que un sortilegio o un golpe de dados le cure la ausencia de los afectos, mientras se llena de hijos empobrecidos.

Patria-república contra la que siempre jugaron con barajas marcadas, juguete a capricho, con promesa de ternura eterna, a la que se le ofreció lo inconmensurable, la del regaño injusto, la del despecho eterno, pagado con traición, a la que le hicieron creer que una oxidada y retorcida corona, sedienta de sangre-riqueza, era su madre patria a distancia, que siempre la cuidaría.

Patria-república, huérfana sin querencias, llorando ausencias en tardes deslucidas, con gente sin asidero a quien dedicar los te quiero de verdaíta, y castigando por hambre, miedo e ignorancia al sentir sincero, siempre deslumbrada por el extranjero que va de paso, los me marcho en clareo de sol; patria-república, que con todo y eso, no se deja arrinconar aunque la fuercen, y siempre muestra su desafío. Patria-república, mansa, dulce y amarga, que no sabe aún cuáles son sus intereses, en el qué soy y para qué sirvo.

Patria-república con abuelos en desprestigio interesado, al igual que padres e hijos; patria-república sin pertenencia a sí misma, abandonada sin control de sus vaivenes; patria-república sin códigos y claves auténticas; patria-república que todos quieren tragarse como si fuera un insecto; patria-república que no puede tener el gobierno que le dé la gana, porque el poder extranjero y los jaladólares internos se oponen con todas sus armas y artimañas.

Patria-república de pasos cuidadosos para que el poder no la encuentre, patria-república amenazada y enredada en hojilla de volador ajeno, obligada a cumplir con códigos extraños que no sabe cómo descomponer y deshacerse de ellos. Patria-república invitada como cenicienta a ver comer su riqueza en los banquetes de los dueños, siempre añorando una migaja de inversión para paliar su miseria.

Patria-república siempre imitando desde la miseria, como circo trashumante, los boatos y parafernalias de los extranjeros dueños, patria-república a la que nos avergüenza nombrar con nombre propio, patria-república que podemos barrer, pintar y reparar, pero jamás demoler y construirla a nuestra imagen y semejanza, desde originales y relucientes fundaciones, de acuerdo con el tiempo, el espacio y las necesidades de la gente.

Patria-república amontonada en edificios, urbanizaciones, barrios y caseríos en una arquitectura sin concierto, a orillas de carreteras y autopistas, cerros y mogotales de vida constreñida, en torno a fábricas, produciendo y mirando pasar la riqueza hacia derroteros ajenos.

Patria-república, huérfana sin querencias, con amantes triple cara, siempre sospechando engaños. La de infinitas lágrimas, pecho abierto, corazón herido, con dolores de espina en garganta. Patria-república, la de lesiones incurables por amores incomprendidos, ofrecidos y no cumplidos, con pretendientes abnegados, pero pagados con infames traiciones y famélicos afectos.

Patria-república pasajera de caminos polvorientos, buscando felicidades y afectos en lances y apuestas relancinas que terminan en dolores, sufrimientos y martirios, poniendo siempre la vida en manos del destino, jugándose el futuro a las barajas, apostando a Rosalinda en el topo a todo, para ver si el azar resuelve un amanecer luminoso.

Patria-república de conocimientos exóticos que la chupan hasta el más no hay, siempre rumiando las desdichas para satisfacción de vampiros forasteros ayudados por chupadólares criollos sin dolor. Patria-república odiada y temida, porque tal vez exista un día en que sus invisibilizados habitantes multicolores, orillados en la desventura, se hagan presencia con nombre propio.

Patria-república oscura y luminosa, bella o desfigurada, cómoda e incómoda, fastidio de donde me iría demasiado, porque no sé quién soy, adónde pertenezco, ni con quién me abrazo.

Patria-república, remanso consentido de mi adoración, a la que puedo patear cuando se me venga en gana porque me pertenece, por respondona. Patria-república que parió por la tapa de la barriga o querendona, patria-república de nadie y con todos.

Patria-república con amor hipócrita de inversores y turistas. Patria-república siempre en despecho, entre botiquines y burdeles, comprando afectos sal y agua. Patria-república negada, botada y ninguneada por sus aspirantes hijos que al no valorarla la tranzan como vulgar mercancía.

Patria-república vendida y revendida por chulos y falsos querendones. Patria-república con hijos deslumbrados por medios, redes, inteligencia artificial y nuevos peretos tecnológicos, que nos inculcarán sueños de otros lares, que como antiguo las cuentas de vidrios, nos postrarán a los pies del dueño.

Patria-república, niña adolescente, hija de la violación y la lujuria, abandonada o recogida a veces, de acuerdo con los intereses foráneos, hembra preciosa y bandida que marcha a la guerra con sus retoños; entre tempestades, calmas, alegrías y dolores, para desprenderse de los salteadores extranjeros. Patria-república, hija de historia y mentira atribuida, sin culpa de ser quién es, con ley de vida en desgracia que el poder le impuso.

Patria-república de parranda larga espantadolores; patria-república de encuentros furtivos, ligeros y contradictorios, con amantes deseosos de sembrar y criar sus principios para el futuro independiente.

Patria-república maldita o bendecida, patria-república que de vez en cuando se riega con la sangre de sus hijos, patria-república afectiva y odiada, patria-república en miseria y opulencia, donde el extranjero manda por sus medidas económicas y controles del mercado desde afuera; patria-república, donde el inversor asesina a los verdaderos amantes y amamanta a los hijos apátridas. Patria-república donde somos petróleo pero no ponemos los precios, y si Chávez lo intenta lo asesinan.

Patria-república, hoy con sus hijos esclavos en contradicción preguntándose: ¿cuándo pueblo-tierra para lo distinto, cuándo territorio para fundar cultura original independiente? Donde la gente no se avergüence de ser quién es, que no reniegue de sus orígenes, que no se venda, que no se alquile, y que con su esfuerzo todos podamos echar raíces para que un día nadie nos doble el orgullo. ¿Cuándo amalgama culturalmente fuerte y amigable, que se sabe afecto y que le duele mucho la raíz-madre en el corazón?

No necesitamos más esa patria-república, copia vulgar del pater familias, ni la del derecho romano ni la de la filosofía griega. No más patria-república de Westfalia, patria-república de dueños criminales y ladrones, patria-república de liberales, libertarios y neoliberales, globalizados o neo globalizados, de falsos derechos. Patria-república dictatorial, impuesta a punta de mitos y misiles al mundo entero. Ya no más patria-república a las órdenes del capitalismo, que vive de la sangre-energía de la gente.

No demandamos patria-república de minas imitadoras, de escudos, banderas, himnos, modos, usos y costumbres que nos someten; no ambicionamos patria-república en el aire como la casa de Ada Luz, pretendemos pueblo-tierra con los pies en la tierra, viva, jugosa, como mango maduro chorreando en mano de niños, pensando, en contradicción cerebral con los afectos siempre a flor de piel, con el corazón en la mano, pueblo-tierra como Chávez para consagrarnos íntegros, sin dudas.

Nunca más patria-república, donde los poetas y artistas referentes tengan nombres, palabras y códigos de foráneos. Nunca más patria-república de intelectuales que nos niegan y comparan en minusvalía. Nunca más patria-república de políticos, empresarios, profesionales, palangristas, deportistas y ministriles, de egos negadores del origen y adoradores de lo peregrino. Bestial muestra de lo que el futuro no debe ser.

Ahora, aquí estamos despiertos en estas tierras. Ahora somos esclavos en contradicción, intentando con el cuerpo pleno la posibilidad de lo original, lo distinto en la juntura pueblo-tierra.

En adelante, una guía telúrica, un referente de carne y hueso cantando desde lo más profundo, la necesidad de la siembra que nos vuelva raíz, árbol fuerte, empalme indisoluble a los cuatro vientos y una tarea impostergable: construir el futuro que nadie más debe robarse. Aquel que nos legó su testamento-verso-desprendimiento cuando nos dijo:

“Me iría a caminar… a recorrer esas sabanas que yo llevo en el alma… sentir el rugir del río Apure inmortal… me iría para Elorza, me iría para el Arauca… hermanas, hermanos, llegaría allá al caño Caribe, hasta las sabanas de Alcornocal y más allá, al río Capanaparo, llegaría hasta Carabalí hasta Barranco, Yopal y más allá… Si me hubiera tocado a mí la suerte de Lorenzo Barquero… Que se lo tragó la sabana… Quedarme en el cajón del Arauca apureño, hasta que te seque el tiempo y te vuelvas terrón y te vuelvas tierra y te vuelvas agua de esta sabana, yo diría sí, sí, y mil veces sí, porque amo esta tierra”.

Pueblo-tierra pensando con esta entrega, construir el posible aferramiento, donde el apátrida sea un recuerdo lejano, como una vaguada que nadie desea volver a sentir. Pensando pueblo para pueblo, donde el ego individuo no enferme la mente y el cuerpo para su satisfacción. Planificando futuro donde la vida no sea un objetivo de guerra, donde la acumulación de la muerte no trasnoche al vecindario.

Pueblo-tierra donde el lenguaje mandón de dueños y sus códigos poderosos ya no sean la tormenta impuesta como tatuaje esclavizante. Pueblo-tierra de pecho abierto que vive y recibe en alegría. Pueblo-tierra que no añora quimeras sino que planifica sembrarse y tener frutos jugosos y semillas sanas para reproducirse como vida para la vida, sosteniéndose en la realidad siempre nueva y cambiante, pueblo-tierra-vida, a la que nunca más le han de robar el futuro.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<