Vie. 04 Julio 2025 Actualizado 5:56 pm

María Corina Machado presiona para tener la atención de la Casa Blanca

María Corina Machado presiona para tener una mayor atención de la Casa Blanca a favor de su agenda (Foto: Bloomberg)

Machado y Rubio en busca de recrudecer la agresión contra Venezuela

Para Venezuela en particular, y en América Latina y el Caribe en general, uno de los hechos políticos con mayor repercusión en lo que va de año ha sido, más que la presidencia de Donald Trump, la investidura de Marco Rubio como secretario de Estado de Estados Unidos.

Esta designación marcó un punto de inflexión no solo en la administración de Trump sino en la reactivación de una agenda injerencista de Washington sobre la región, la cual desde entonces ha venido tomando vuelo.

Con su obsesión por Venezuela, Cuba y Nicaragua, Rubio ha intensificado el discurso que busca presentar el gobierno venezolano como una amenaza para la seguridad regional, algo que no es nuevo, pero que ahora toma un giro más agresivo.

Recientemente, los esfuerzos para retratarlo como un peligro real se han amplificado con temas como el "Tren de Aragua", la reedición del "Cartel de los soles" y las continuas operaciones de bandera falsa en las fronteras.

Tales eventos son parte de una estrategia más amplia con vistas a generar tensiones internas y externas que justifiquen una intervención, ya sea diplomática, económica o incluso militar.

Desde acusaciones infundadas hasta operaciones encubiertas con el respaldo de agencias estadounidenses, la agenda de desestabilización contra Venezuela sigue una pauta histórica que recuerda las justificaciones previas usadas por Washington en otras intervenciones, como en Irak.

De este modo, Venezuela se encuentra nuevamente en la mira, bajo un discurso que intenta crear la excusa perfecta para una agresión sistemática.

1. El enclave guyanés y la falsa bandera

  • El incidente del río Cuyuní (18 de febrero). En el Esequibo venezolano el gobierno de Guyana denunció un supuesto ataque contra sus tropas en la ribera del río Cuyuní. Según Georgetown, seis soldados guyaneses resultaron heridos por hombres armados "venezolanos". Caracas desmintió categóricamente la acusación calificándola como un "vil montaje" y señalando que era parte de una operación de falsa bandera. El canciller venezolano, Yván Gil, denunció que este incidente formaba parte de una estrategia para justificar la militarización de la zona con el respaldo del Comando Sur de Estados Unidos. Venezuela recordó que las violaciones al marco jurídico internacional por parte de Guyana son recurrentes, especialmente en la disputa territorial sobre el Esequibo.
  • Visita de Marco Rubio a Guyana (27 de marzo). La agenda de agresión se consolidó con la visita de Marco Rubio a ese país, donde firmó un memorando de entendimiento con su presidente, Irfaan Ali. El acuerdo se centró en la cooperación en seguridad, pero en la práctica se percibe como un mecanismo para reforzar la presencia militar estadounidense en Guyana utilizando el pretexto de combatir el "crimen organizado". Rubio y otros funcionarios estadounidenses alimentaron la narrativa de la presencia del Tren de Aragua, subterfugio que puede tener como consecuencia maniobras encubiertas, similares a las operaciones de bandera falsa que Estados Unidos ha utilizado en el pasado para justificar intervenciones militares.

"Así que creo que si tenemos información de que alguien ha entrado a su país [Guyana] con malas intenciones, queremos poder compartirla con su gobierno. Tenemos pistas sobre un miembro de la pandilla Tren de Aragua de Venezuela. Queremos asegurarnos de que colaboremos y compartamos noticias. Si tenemos información de que algunos narcotraficantes se están estableciendo aquí y han decidido convertir esto en una base de operaciones, lo cual podría generar violencia y guerra, como guerra entre pandillas, queremos proporcionársela", declaró en ese entonces el Secretario de Estado.

  • Otra operación de bandera falsa (15 de mayo). Hubo otra denuncia por parte de la administración de Ali sobre enfrentamientos en zonas aun no delimitadas de la frontera. Sin embargo, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) desmintió rotundamente tales acusaciones. En un comunicado se afirmó que los informes demostraban que las denuncias eran parte de una operación de falsa bandera orquestada para victimizar el gobierno de Guyana y fabricar tensiones artificiales en la línea fronteriza. En este sentido la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, advirtió que estos hechos son parte de una maniobra más amplia destinada a crear un casus belli, es decir, una excusa para justificar una escalada militar en la región.

2. La frontera con Colombia no pierde la costumbre

  • Denuncia de inacción por parte de Colombia (finales de abril). El presidente Nicolás Maduro denunció la total inacción de las autoridades colombianas frente a la creciente presencia de grupos irregulares, narcotráfico y violencia que cruzan hacia territorio venezolano. El mandatario venezolano enfatizó el silencio institucional del gobierno de Gustavo Petro afirmando que "los militares llaman a los militares de allá y no les contestan el teléfono", y que "llaman a la policía de allá y no les contesta el teléfono", lo que subrayaba la falta de respuesta ante la creciente crisis en la frontera.
  • Operativo de seguridad y detenciones (19 de mayo). El ministro Diosdado Cabello anunció un importante operativo de seguridad nacional para hacer frente a una trama de desestabilización orquestada desde Colombia. Se detuvieron a 38 individuos, entre los cuales había 17 extranjeros —colombianos, mexicanos, ucranianos y un albanés con nacionalidad colombiana—, quienes estaban involucrados en actividades de saboteo electoral y atentados con explosivos. Los capturados habían recibido entrenamiento paramilitar en Ecuador y contaban con el financiamiento del narcotráfico colombiano, vinculado a figuras políticas como Álvaro Uribe, Iván Duque y Juan Manuel Santos. Esta red criminal tenía como objetivo crear caos y desestabilizar las elecciones del 25 de mayo, cuando se eligió al gobernador y el Consejo Legislativo del estado Guayana Esequiba.
  • Conspiración internacional (julio 2025). El gobierno desmanteló una compleja trama de conspiración internacional dirigida desde Colombia, con el respaldo de agencias estadounidenses, que buscaba ejecutar atentados terroristas en territorio venezolano. El ministro Cabello reveló en rueda de prensa que los cuerpos de inteligencia del Estado lograron capturar a varios miembros de una red criminal involucrada en el tráfico de armas y la planificación de atentados políticos. Estos actores también estaban comprometidos en la creación de matrices falsas con el objetivo de justificar posibles agresiones extranjeras contra Venezuela. La operación, cuyo principal objetivo consistía en generar caos en el país previo a las elecciones municipales del 27 de julio, seguía el patrón de guerra híbrida y operaciones encubiertas utilizadas históricamente por sectores de poder en Washington. El ministro Cabello explicó que en esta red de desestabilización participaban sujetos de la facción extremista de la oposición, la cual incluye a María Corina Machado, quienes estaban vinculados con figuras del poder político colombiano y agencias de inteligencia extranjeras, como el FBI.

3. Relanzamiento del "narcoestado"

La reciente declaración de culpabilidad de Hugo "El Pollo" Carvajal ante una corte federal de Nueva York ha reactivado la narrativa del "narcoestado", un discurso utilizado por Estados Unidos para criminalizar el gobierno venezolano. Carvajal, quien se declaró culpable de conspiración para importar cocaína y narcoterrorismo, ha sido presentado como parte del llamado Cartel de los soles. Este relato ha sido usado históricamente por Washington como base para justificar políticas de presión, sanciones y amenazas de intervención. Sin embargo, a pesar de la falta de pruebas contundentes, el discurso se sostiene con relatos mediáticos y acusaciones judiciales, basados en confesiones como las de Carvajal.

4. María Corina Machado y la irresponsabilidad

María Corina Machado ha reaparecido con su agenda desestabilizadora y, sobre todo, con una irresponsabilidad manifiesta, aprovechando la tensión internacional generada por los ataques contra Irán para reavivar su desgastada narrativa sobre la "amenaza venezolana". En una reciente entrevista Machado, sin ningún tipo de evidencia, dijo: "¿Quién es el gran aliado de Putin en América Latina? Nicolás Maduro. ¿Quién es el gran aliado del régimen iraní en América Latina? Nicolás Maduro. Venezuela es el único otro país en el hemisferio occidental, además de Estados Unidos, que tiene capacidad de construcción de drones de combate, obviamente de origen iraní".

Además, señaló con cizaña que "Venezuela está a horas de Florida (Estados Unidos), no a la distancia de Teherán", lanzando la acusación de que esto constituye una "amenaza real".

Durante las investigaciones recientes sobre las acciones desestabilizadoras contra el país, se descubrió que un científico retirado, Armando José García Miragaya, exvicepresidente de Control de PDVSA, estaba en contacto con funcionarios del FBI suministrando información crítica sobre infraestructuras venezolanas cruciales, como la refinería de Amuay y la represa de Guri. Este operativo de espionaje, que buscaba justificar una intervención extranjera en Venezuela, fue directamente utilizado para intentar respaldar las acusaciones infundadas de Machado sobre la existencia de "bases militares iraníes" en el país.

5. Las agencias mediáticas suman a la intoxicación

En marzo el New York Post publicó un artículo titulado "El FBI intensifica operaciones contra cartel vinculado con el régimen represivo de Maduro en Venezuela", en el que reavivaron acusaciones desacreditadas reutilizando la patraña habitual que vincula el gobierno venezolano con el narcotráfico.

Este patrón de acusaciones infundadas es estratégicamente utilizado en momentos neurálgicos para justificar medidas de presión contra Venezuela. La publicación en el New York Post, firmada por Diana Glebova y Jennie Taer, repite los mismos mitos sobre el "Cartel de los soles", y recibió un fuerte respaldo de figuras como Marco Rubio, quien sigue impulsando una narrativa que busca generar condiciones para una intervención de mayor escala.

Asimismo, el New York Times publicó el 15 de enero de 2025 un artículo de Bret Stephens que refleja la reactivación de la campaña contra Venezuela al presentar el gobierno de Maduro como una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos. Stephens, cercano al lobby israelí, aboga por un enfoque de "diplomacia coercitiva" y, si fuera necesario, la opción de usar la fuerza, lo cual hace eco de la estrategia utilizada en Irak en 2003.

En su artículo Stephens plantea la necesidad de derrocar el gobierno venezolano mediante el argumento de que la permanencia de Maduro pone en peligro la estabilidad regional, en sustento de lo que señala su presunta vinculación con el narcotráfico y la creciente influencia de Irán.

Esta narrativa, a pesar de su falta de pruebas concretas, se convierte en una excusa que alimenta la justificación en el objetivo de imponer sanciones más severas y, eventualmente, una intervención militar directa.

El artículo de Stephens, al igual que la campaña de Rubio y las declaraciones de otros actores políticos de Washington, indica que la presión sobre Venezuela está lejos de cesar. En cambio, se busca reavivar la estrategia de "máxima presión" a partir de acusaciones infundadas y la amplificación de la supuesta amenaza venezolana, y así seguir avanzando hacia una agenda de agresión que, si bien se ha debilitado, sigue presente y persiste en las sombras del poder estadounidense.

La necesidad de crear la amenaza

Los eventos descritos reflejan una estrategia meticulosamente planificada cuyo objetivo final es crear el caldo de cultivo necesario para justificar una escalada contra Venezuela. Con el paso del tiempo, la táctica de Washington busca construir un expediente que sirva como base para una intervención, ya sea diplomática, económica o incluso militar.

En este escenario, las irresponsables acusaciones de María Corina Machado juegan un papel central. Su discurso, alimentado de mitos y distorsiones sobre el gobierno venezolano, ha reforzado constantemente el discurso de que Venezuela es una "amenaza" para la seguridad regional.

En su más reciente declaración Machado afirmó, sin pruebas, que Venezuela tiene la capacidad de fabricar drones de combate de origen iraní, una acusación tan infundada como peligrosa, que evoca paralelismos con el famoso caso de "Curveball" y la invasión a Irak en 2003.

Aunque más tarde se descubrió que este testimonio fue falso, la manipulación ya había sido suficiente para justificar la invasión. La narrativa se construyó y, con ella, se impulsó la intervención, que resultó ser devastadora.

De igual forma Machado, al igual que Marco Rubio, se ha alineado con esta maquinaria de desinformación, la cual ha contribuido con la construcción de un relato que justifique una intervención.

La patraña, aunque desconectada de la realidad, es aprovechada estratégicamente para crear el "evento chispa", el cual pueda captar la atención de la administración de Trump y presionar para que priorice la agenda enfocada en Venezuela. Estos conatos de conflicto de manera aglutinada se utilizarían como justificaciones con vistas a presionar a Washington a que tome medidas más duras contra el país.

La lógica detrás de esta operación es clara: si Venezuela se presenta como un enemigo regional, el gobierno de Estados Unidos, especialmente bajo el gobierno de Trump, se vería más inclinado a considerar Sudamérica y el Caribe como un punto clave para su política exterior y la necesidad de tomar medidas contra el país.

Este tipo de operación mediática y psicológica tiene como fin normalizar la idea de que Venezuela es una amenaza real para la seguridad internacional. Una vez que esta percepción se haya asentado, se abrirían las puertas para sanciones más severas, apoyo militar o incluso una intervención directa. El objetivo es que la Casa Blanca, respaldada por un Congreso controlado por figuras como Marco Rubio, impulse resoluciones o proyectos de ley que recrudezcan la agresión contra Venezuela.

Esta dinámica no es nueva. La creación de una amenaza ficticia para justificar una intervención ha sido una estrategia recurrente en la política exterior de Estados Unidos. Recordemos la invasión de Irak en 2003, cuando el gobierno de George W. Bush utilizó el falso testimonio de "Curveball" para justificar una invasión militar basada en la amenaza de armas de destrucción masiva. Aunque más tarde se reveló que esas acusaciones eran falsas, la manipulación de la información ya había permitido que la intervención se llevara a cabo.

De manera similar, lo que comenzó como un relato de "defensa de los derechos humanos" en el caso de Venezuela se ha convertido con el tiempo en un pretexto para imponer sanciones ilegales y presionar por una intervención más directa. Desde 2014, Rubio y la oposición extremista venezolana han trabajado arduamente para construir el expediente necesario que presentara el gobierno de Nicolás Maduro como una amenaza, basados en la creacion de una narrativa que justificara medidas extremas, al igual que ocurrió con Irak.

El patrón se repite: primero se crea la amenaza, luego se presenta la evidencia manipulada y, finalmente, se usa esa evidencia para justificar una agresión contundente. Si la administración Trump logra convencer al Congreso de seguir adelante con nuevas sanciones y medidas más drásticas, el ciclo de intervención se repetirá, mismo guion imperial que tanto conocemos en el Sur Global.

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