Mié. 28 Mayo 2025 Actualizado 1:10 pm

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El presidente Nicolás Maduro celebra los resultados de las elecciones regionales y parlamentarias en la noche del 25 de mayo de 2025 (Foto: Prensa Presidencial de Venezuela)
Análisis coyuntural (de fondo)

Una lectura sociopolítica de los resultados del 25M

En la noche del 25 de mayo, tras la jornada electoral para escoger a gobernadores y diputados a la Asamblea Nacional, el vicepresidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Carlos Quintero, anunció el primer boletín con 93,01% de transmisión de resultados.

  • La participación electoral fue de 42,63%.

Sin duda, lo más noticioso es que el panorama de las gobernaciones quedó hegemónicamente en manos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), con 23 de 24 gobernaciones a favor. Solo el estado Cojedes será gobernado, de nuevo, por un político opositor, a cargo de Alberto Galíndez.

Así quedó el mapa político:

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23 de 24 estados quedaron en manos del chavismo (Foto: Últimas Noticias)

El rector Quintero dio los resultados preliminares de diputadas y diputados electos a la Asamblea Nacional (las listas nacionales):

  • Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB): 4 553 484 votos (82,68%)

  • Alianza Democrática: 344 422 votos (6,25%)

  • Alianza UNTC Única: 285 501 votos (5,18%)

  • Alianza Fuerza Vecinal: 141 526 votos (2,57%)

  • Otros (votos válidos y nulos): 182 351 votos (3,31%)

También informó los nombres de las diputadas y diputados electos con tendencia irreversible (40 de 50 cargos), con 21 para el GPPSB, entre ellos los más resaltantes: Jorge Rodríguez, Cilia Flores, Iris Varela, Hermann Escarrá Malavé, Jorge Arreaza, Desirée Santos Amaral.

Por Alianza Democrática fueron elegidos tres diputados: Bernabé Gutiérrez, Timoteo Zambrano y Alfonso Campos; por Alianza UNTC Única, también tres: Henrique Capriles Radonski, Luis Emilio Rondón, Stalin González.

Aun quedan 10 cargos pendientes por adjudicar.

participación histórica usual y abstención opositora

La participación general fue de 42,6% de los inscritos en el Registro Electoral Permanente (REP). Este margen se encuentra en el canon de la votación registrada en elecciones regionales de los años 2004 (45%) y 2021 (42%).

De igual manera, el nivel porcentual se enmarca en otros registros de comicios parlamentarios, específicamente en los años 1999 (56%), 2005 (25%) y 2020 (31%).

El dato de participación, según este tipo de jornadas, no es extraordinario, ni por alta o baja participación. Pero es necesario revisar esta cifra considerando otros factores.

Uno de ellos es la ausencia —según estimaciones opositoras— de más de 4 millones de electores inscritos en el REP que están fuera de Venezuela y que no participaron el domingo 25. Ello representa al menos 20% de los venezolanos habilitados para votar.

Mientras que, como es usual en elecciones venezolanas, existe un reducto abstencionista de tipo estructural que no suele votar en alguna contienda, por importante que sea. Este grupo representa al menos 15% del REP.

A ellos se suman unos 4 millones de electores (20% del REP) que habría atendido el llamado a la abstención o que, por la coyuntura posterior al 28 de julio de 2024 y sus narrativas promovidas por la oposición extremista, se ha sumido en la desconfianza electoral.

Los datos de ventaja abrumadora del chavismo en casi todos los estados del país están por encima del canon porcentual usual en los últimos años. Con resultados favorables del 70, 80 y hasta más de 90% de los votos (Apure), es evidente que grandes segmentos de votantes opositores no participaron.

Entretanto, los datos en diversos estados sugieren que el chavismo mantuvo su caudal de votos de acuerdo con el tipo de elección, similar al de 2021.

Todo sugiere que la jornada del 25 de mayo estuvo determinada por factores intrínsecos al sistema de oposiciones.

Básicamente, se presentaron dos coaliciones opositoras: Alianza Democrática y UNT-UPV, junto a la Red Decide de Henrique Capriles. Pero, además, se presentaron múltiples candidaturas, muchas de ellas independientes, que debilitaron las posibilidades de los opositores más votados. La dispersión de la oferta generó una fuerte sensación de división.

El abstencionismo promovido por María Corina Machado y Edmundo González Urrutia sí hizo mella. Pero el alcance real de ese llamado concreto debe analizarse de manera diferenciada a los procesos acumulados de deslegitimación electoral promovidos por los sectores de la oposición extremista en los últimos 25 años, especialmente en los últimos 10 meses.

La desconfianza electoral es un factor presente en todos los comicios; existe desde mucho antes del ascenso de Machado. Pero en este evento reapareció con fuerza pues es una sintomatología política de cualidades propias. Es decir, hay electores que se ciñen a la desconfianza, pero ello no significa obedecer al "mandato" de quien la promueve.

La estrategia de Machado y sus efectos en el terreno deben considerarse de alcance limitado. Ciertamente, muchos opositores habrían acudido a su llamado de no votar, pero también es un hecho que muchos votantes opositores desconfían del CNE y tampoco sentían atracción por los candidatos.

Las campañas opositoras fueron débiles y desarticuladas. En este punto es necesario indicar las endémicas debilidades organizativas y políticas de las oposiciones. Su falta de cohesión, carencia de estrategia única, dispersión y pérdida de contacto con sus electores —a expensas de su recurrente retiro del ruedo electoral— han pasado factura a los dirigentes que se postularon para el 25 de mayo. Las coaliciones opositoras en esta oportunidad se hallaron debilitadas e incapaces de lograr la votación y respaldo de la masa de simpatizantes antichavistas.

La estrategia abstencionista y las inercias de desconfianza respecto al CNE se enfilaron hacia una pretendida paralización del chavismo y respecto a la jornada del 25 de mayo, pero en lugar de ello se entumesió a un considerable segmento opositor, e impuso una inercia que afectó únicamente a los opositores y a sus seguidores.

Dicho de otra forma, la carrera política y las aspiraciones de muchísimos dirigentes de la derecha se perdieron. El ciclo de cuatro años de gobiernos regionales y el de cinco años parlamentarios en la AN han sido definidos, y muchísimos opositores potenciales a conseguir cargos perdieron la oportunidad.

En términos estrictamente inherentes a la votación, Machado y el sector que representa trabajaron arduamente para frustrar la labor de otros grupos opositores, como parte de la disputa por la primacía y liderazgo en el macrosector antichavista.

Pero, en el terreno de lo real, los políticos opositores pierden; asimismo los seguidores de las oposiciones.

Se debe considerar que las agendas destituyentes de Machado se mantienen sin lograr los resultados esperados. En consecuencia, las oposiciones como conjunto se decantan en la espera, la incertidumbre y la desarticulación en el terreno político cotidiano. Los demás no avanzan, pero Machado tampoco.

Por otro lado, en términos concretos y prácticos, el chavismo se hace de manera absoluta con la mayoría de cargos electos.

También sostiene la mayoría parlamentaria, lo cual garantiza un nuevo ciclo de gobernanza institucional. Además, fortalece su posicionamiento en regiones y crea una correlación casi absoluta para proyectar el poder central (ejecutivo) en los estados.

Con esas condiciones, la dirigencia liderada por el presidente Nicolás Maduro adquiere facultades para abordar un ciclo de presiones externas en curso y medidas coercitivas, las cuales demandan una cohesión superior de todas las instancias de gobierno.

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